Apenas seis meses después del congreso celebrado en la Universidad de Alicante, los socialistas valencianos no sólo continúan sepultados en el atolladero en el que estaban sumidos sino que las vías de oxígeno cada vez son más pequeñas. A día de hoy, ni la organización provincial -dirigida por el diputado David Cerdán- ni la renovada estructura comarcal terminan de arrancar. Además, la agrupación de Alicante -la más importante de toda la Comunidad- está más pendiente de la guerra interna que de plantar cara a una debilitada Sonia Castedo. Y, para terminarlo de aderezar, el liderazgo de Ximo Puig todavía está en entredicho. Esa mezcla de tensiones, conflictos y carencias, junto a las dificultades para enlazar un discurso que conecte con la ciudadanía, atenaza cualquier posibilidad de recuperación del PSPV, presionado cada vez más por el avance de Compromís y de EU.

El panorama, como admiten con más preocupación que nunca dirigentes socialistas, es sombrío. El túnel, lejos de tener algo de luz al final, es cada vez más negro. Empezando por la cúpula del PSPV, hasta ahora, incapaz de articular un discurso que coloque a Ximo Puig -a expensas de unas primarias que refrenden su liderazgo- en el epicentro de la escena política valenciana y alejado de las Cortes, donde la dirección del grupo parlamentario, una vez más, ofrece una evidente imagen de interinidad. Ayer mismo, además, se conoció la decisión de Ferran Verdú, alcalde de Xixona, de poner su cargo de diputado autonómico a disposición del PSPV y de renunciar a su sueldo en las Cortes para retornar a la Universidad de Alicante lo que, en unas semanas, supondrá su salida definitiva del hemiciclo del Palau dels Borja.

Mientras la crisis abierta en Ferraz tiene una incidencia directa en una federación que siempre está pendiente de lo que ocurre en Madrid, en Alicante, el líder provincial, David Cerdán, se ha colocado a la cabeza de la manifestación de los dirigentes que reclaman un congreso extraordinario y, por extensión, la marcha de Alfredo Pérez Rubalcaba, posición que ha generado malestar en la dirección federal del PSOE. La recuperación de las secretarías comarcales no ha servido tampoco para dinamizar el armazón el partido, que sufre una fuga sostenida de militancia. Apenas se conocen actividades de los siete responsables comarcales del PSPV en la provincia para revitalizar la organización. Y dirigentes socialistas con varios trienios dudan de la capacidad de liderazgo de la nueva hornada de dirigentes para sacar la organización a flote.

Con este escenario, encima, la agrupación socialista de Alicante -la de más afiliados de la Comunidad- sigue ensimismada en sus conflictos internos poco consciente de que cuando los socialistas alicantinos enferman, el resto de la provincia, como mínimo, se constipa. Tras los expedientes al exconcejal Pablo Rosser y al exasesor Pablo Reig, las presiones apuntan ahora a la apertura de otra carpeta sancionadora al edil Gabriel Moreno. Pero, de momento, la cúpula socialista no quiere tomar decisiones más drásticas que agranden el conflicto. Así y todo, sigue el cruce. Gabriel Echávarri, líder socialista en Alicante, emplazó a presentar una denuncia contra Ángel Franco y a "analizarla por un instructor". Los críticos se reunieron el martes por la noche, sin presencia de Elena Martín, para montar el grupo "PrincipioSocialistas", preparar candidatura a primarias, diseñar una web propia y anunciar 40 autoinculpaciones en los expedientes.