"Mi hija estaba sola en casa. Habíamos ido al pueblo y se despertó para desayunar cuando escuchó una explosión. Todo estaba ardiendo y llamó al 112. Trataba de explicar dónde estaba el incendio. Nos llamó a nosotros y le dijimos que saliera de allí como fuera. Huyó junto con otros vecinos por un sendero envuelto en llamas que tenía que abandonar varias veces para evitar el fuego. Era el infierno". Así relataba ayer Paqui, la madre de Laura, de 25 años, la odisea que ésta vivió el pasado domingo. El coche que originó el incendio se encontraba a escasos metros de su casa de campo y los 20 minutos que tardaron en llegar los medios aéreos a la zona "se nos hicieron eternos. El viento iba cambiando y estaba todo ardiendo en apenas un minuto".

Los vecinos de la zona de la Rabosina también lamentan la falta de limpieza y desbroces en el monte y bancales. Julio Albaladejo explicó ayer que "estaba viendo la prueba del maratón de las Olimpiadas cuando oí un avión y me asomé. Fue entonces cuando vi el fuego, que se quedó a 20 metros de mi casa. Cogí la manguera y se ha salvado mi casa de milagro, gracias a que hace tres años desbroce mi parte del monte y le di un repaso este año, y al trabajo de los bomberos, que se jugaron la vida. Los 20 minutos que tardaron en llegar han sido los más largos de mi vida".

Andrés García tiene su finca junto a la de Julio y también ha estado a punto de quedarse sin casa. "Ha afectado a bancales de almendros y olivos y hasta a las colmenas de abejas, que han quedado destrozadas", explica. Muestra heridas en las piernas, sufridas al tratar de apagar el fuego y comenta que "salí de misa, y a las 13.30 horas estaba aquí porque me habían dicho lo del incendio. Ha sido terrible y todo por recortar en la limpieza del monte. Hace seis meses ya tuvimos otro incendio aquí al lado, en el Barranc de l'Horta".

Ambos acompañan a este medio hasta el coche que causó el fuego, y muestran por qué prendió tan rápido. Los bancales de almendros abandonados junto al camino donde se paró el vehículo tenían unos matorrales completamente secos de casi un metro de alto y, ahora, calcinados, dejan dos palmos de cenizas. A pesar de que el resto de vecinos había desbrozado y limpiado sus parcelas, el fuego adquirió ahí una fuerza descomunal que le ha llevado hasta Benifallim.

Comprobaciones

El camino asfaltado de la Rabosina está salpicado de casas de campo y durante la jornada de ayer muchos propietarios se acercaban a comprobar los daños. José Alfonso Calvo tiene diez hectáreas que se han visto seriamente afectadas y lamenta que "al principio sólo vino una avioneta y un helicóptero. Está todo muy seco y hace mucho calor. Además, todo esta llenó de matorrales y maleza que lo han convertido en un polvorín".

Penàguila

Ya en Penàguila, Montserrat Ramírez y su marido se encontraban en su casa de campo el domingo cuando vieron aproximarse el fuego. "Al principio estaba lejos, pero pasó un brigada y nos dijo que nos fuéramos cuanto antes". Estos vecinos de Penàguila se desplazaron hasta la carretera en la que se encuentra el safari Aitana desde donde siguieron la evolución de las llamas.

Cerca de su casa hay dos masías más y ayer todavía no conocían con exactitud el estado en las que se encontraban, aunque reconoce que su hijo y su yerno sí habían accedido a la vivienda y "parece que sólo se ha quemado parte de un pinar".

Montserrat aseguró que "fue dantesco" y que pasaron mucho miedo, además se sintió "impotente" al ver que "el fuego se acercaba a nuestra casa y no podíamos hacer nada".

Los vecinos lamentan que esta zona privilegiada del interior de la provincia esté perdiendo su gran patrimonio, sus bosques, y exigen medidas para evitarlo, aunque saben que volverá a pasar porque se sigue sin aprender de los errores, ya que la prevención es la mejor arma.