Un año más, las calles del Casco Antiguo de Alicante volvieron a vestirse de Semana Santa para albergar la procesión de la hermandad del Cristo del Mar. Los pasos iniciaron su marcha más allá las siete de la tarde, encabezados por la imagen principal, que lucía un crespón negro en memoria de un costalero recientemente fallecido. A renglón seguido, fue el turno de la Virgen de los Dolores, que estrenaba nuevo rostrillo, obra de Lope Salcedo. Entre sus adornos destacaban sendos relicarios de Santa Teresa de Jesús y de San Francisco de Sales, así como la medalla de concejal de Tomás Valcárcel en plata de ley y esmaltes con el escudo de la ciudad. El recorrido, que partió de la Basílica de Santa María, transcurrió por las estrechas calles del centro histórico alicantino, desembocando en la Rambla, desde donde regresó a su estación penitencial.