¿Cómo entró?

Porque soy del barrio. En los 70 nos juntábamos muchas mujeres y cogimos la hoguera. Fuimos la primera comisión femenina de Alicante. Y la única que sigue de todas soy yo, y nunca me he querido borrar (va a cumplir 83 años).

¿Está su familia también?

Están mis tres nietas, todas han salido de bellezas y damas. También mis hijas, y hasta mi bisnieta ha sido dama infantil. Me he gastado una pasta en trajes, tengo muchos en casa, míos y de ellas, para dar y regalar.

¿Cómo era aquella primera comisión femenina?

Trabajamos como esclavas. Íbamos por la calle con cubos llenos de agua y nos tiraban dinero dentro. Peleamos mucho, hasta con Tomás Valcárcel -el emblemático presidente de la Gestora- porque otras hogueras vecinas no nos dejaban pasar a sus distritos a cobrar a algunos vecinos que teníamos allí. Éramos unas veinte y una de ellas era la presidenta.

¿Cuál era su función?

Me dedicaba a cobrar las cartillas. Era la que más dinero recogía y lo sigo siendo. Desde septiembre tengo mal el brazo pero me voy a cobrar y no me ayuda nadie. Lo vendo todo, no tengo que poner nada de mi bolsillo como hacen otros comisionados. Siempre llevo la cartilla encima. También organizo rifas y en Hogueras me quedo en la barra del racó. Soy la que más peleo y me encanta.

¿Cómo ve a su hoguera?

No se saca mucho, no es como antes que se pagaba algo de los trajes a las chicas. Ahora lo tenemos que poner casi todo los festeros. Antes quizá estábamos más unidos pero nos juntamos para coser los trajes de los playbacks y se trabaja mucho.