Desde que el día 19 de febrero de 2009 se hiciera público que la Fiscalía Anticorrupción implicaba al expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, en la trama de corrupción Gürtel la vida del otrora máxima autoridad de los valencianos se convirtió en una montaña rusa. Los mazazos judiciales en forma de autos y revelaciones del sumario contrastaban con las victorias electorales. Esos altibajos se hicieron más pronunciados en el último año. Al triunfo en los comicios de mayo de 2011 le seguía el hundimiento tras la apertura de juicio oral, su dimisión forzada y la entrada en el proceso del jurado. Anoche, con su exculpación, Francisco Camps volvía a estar en lo más alto de la atracción y a punto para arrancar.

Han sido dos años, 11 meses y 22 días de vía crucis público donde se ha aireado la relación entre el que fuera la más alta institución de la Generalitat y el enviado de la trama Gürtel a Valencia, Álvaro Pérez "El Bigotes". Unas revelaciones que mostraron a toda la sociedad la personalidad de su presidente y que cayeron como chuzos de punta sobre su gestión política en el Consell, bloqueándola durante todo ese tiempo.

Desde el estallido del caso Gürtel hasta la declaración de Camps ante el juez José Flors el 20 de mayo de 2009 pasaron cuatro largos meses en los que el presidente reiteraba su inocencia. Es la primera vez que la persona que ostenta el cargo de máxima autoridad valenciana declara ante un juez y, aunque sale satisfecho, las posteriores revelaciones de sus respuestas al magistrado no lo avalan. Camps vivía uno de los tragos políticos más difíciles de digerir de su carrera política.

12 días después de este envite, el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le da todo su apoyo en un mitin con motivo de las Elecciones Europeas en la plaza de toros de Valencia. "Siempre estaré detrás de ti, Paco", espetó aquel día Rajoy. Cinco jornadas después el PP de Camps sacaba en las urnas más de 15 puntos a los socialistas. El presidente, estaba otra vez en la cresta de la ola.

Un mes después la justicia le daba otro mazazo al presidente. Un demoledor auto del juez Flors en el que apreciaba indicios de delito contra Francisco Camps, Ricardo Costa, Rafael Betoret y Víctor Campos por cohecho impropio. El magistrado ponía en un brete al líder popular que recurría el auto. El 3 de agosto, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) archivó la causa con el voto particular de Juan Montero tras un fin de semana de verano de deliberaciones.

Camps salía resarcido y con su imagen reforzada hasta que diez meses después, un 12 de mayo de 2010, el Tribunal Supremo por unanimidad emplazaba al TSJ valenciano a reabrir la causa y repetir la instrucción. Durante ese periodo el PSPV denunció a Camps y otros cargos del PP y también a media docena de empresarios por la presunta financiación ilegal del partido mayoritario en la C. Valenciana, caso todavía en fase de instrucción. En ese periodo se levanta el secreto de sumario de Gürtel donde la sociedad ve a Camps y Costa retratados en los medios de comunicación. Fue lo que más daño político hizo al presidente, sobre todo en Madrid.

El momento más feliz

En febrero de 2011 Flors finaliza su instrucción. La Fiscalía Anticorrupción solicita el 10 de febrero de 2011 una multa de 41.250 euros por un delito continuado de cohecho impropio. El cerco se estrecha hasta el 22 de mayo cuando en las Elecciones Municipales y Autonómicas Camps cosecha otra victoria electoral y vuelve a tocar el cielo. Sus afines defienden que el resultado es su absolución.

Pero nada más lejos de la realidad. Flors dicta auto de apertura de juicio oral el 15 de julio de 2011 y cinco días después por la presión del PP nacional deja el cargo. Medio año después se sienta por primera vez en la historia un presidente de la Generalitat en el banquillo de los acusados. En el juicio se vuelven a revelar las relaciones entre la trama y el presidente. El 25 de enero tras casi un mes de juicio y tres días de deliberaciones el jurado popular decide exculpar a Camps por cinco votos a favor y cuatro en contra. Se acaba el vía crucis y Camps vuelve al principio. Eso sí, fuera de la presidencia de la Generalitat y del liderazgo del partido y con un legado económico y social que el tiempo y los ciudadanos volverán a juzgar.

Del "ratito largo" a la lectura de Job, el chivo expiatorio

El "ratito largo" que el expresidente de la Generalitat Francisco Camps auguró que sería su imputación en la llamada causa de los trajes derivada del caso Gürtel llegó ayer a su fin. Durante casi estos tres años Camps ha acuñado frases que han pasado a la memoria colectiva. Su última aportación fue la lectura en pleno juicio del libro "La ruta antigua de los hombres perversos", basado en la vida del santo Job y con referencias al "chivo expiatorio". Por el camino queda aquel "ofrezco mi sacrificio a España" el día de su dimisión en el que ponía su cabeza al servicio del PP para que Mariano Rajoy pudiera ganar las elecciones. "Claro, yo me pago mis trajes", dijo la primera vez que se pronunciaba tras saltar el escándalo Gürtel. No menos han calado en el imaginario colectivo las conversaciones de Camps con Álvaro Pérez. "Te quiero un huevo", le llegó a decir el presidente. s. p.valencia