Al menos otras 24 horas. Ese es el nuevo margen que la dirección nacional del PP ha concedido a campistas y zaplanistas para tratar de evitar que la crisis de las candidaturas acabé dinamitando por completo y de forma definitiva el partido a menos de cuarenta y cinco días de las elecciones municipales y autonómicas del próximo 27-M. Madrid aplazó la ratificación de las listas de la Comunidad de su competencia - las autonómicas y las de las tres capitales de provincia - después de que la dirección provincial respondiera a la apuesta de Camps de exterminar casi por completo a los zaplanistas de las Cortes, proponiendo una lista municipal de Alicante monocolor, liderada por Alperi pero sólo con afines al ex ministro. A última hora de ayer, Camps, a través de Vicente Rambla, trataba de reconducir, aunque sin éxito, los contactos. El ruido de sables continúa. Los partidarios de Zaplana, atrincherados en la provincia, atribuyeron el retraso a un bloqueo del proceso por la falta de acuerdo en las candidaturas explicitada tras proponer los zaplanistas una lista de Alicante copada por afines al ex ministro y sin el aval de Alperi. El jefe del Consell, de hecho, había intentado, a media tarde, reconducir un proceso que fractura definitivamente al PP en la Comunidad y que sólo lleva, según los zaplanistas, a una derrota en las urnas. Camps, por teléfono y a través de Rambla, entabló contactos con Ripoll para intentar dar una salida a la crisis. El presidente del PP en Alicante se limitó a recordarle que había ejercido la potestad que le conceden los Estatutos y rechazó mover ficha después de que el jefe del Consell tenga sobre su mesa una candidatura autonómica sin apenas representantes de la cúpula zaplanista en Alicante, algo que el entorno de Ripoll considera una auténtica «humillación».

Fue sólo una muestra del ambiente de extrema tensión que impregnó toda la jornada. Los zaplanistas tenían marcada, desde primera hora de la mañana la estrategia, después del fracaso de la reunión que, hasta la madrugada del miércoles al jueves, mantuvieron en el Palau de la Generalitat Camps y Ripoll. El jefe del Consell reiteró al presidente del PP en Alicante que la presencia del zaplanismo en las listas sería mínima - una o dos plazas como máximo y con Julio de España o Juan Manuel Cabot, entre otros, purgados - y, además, le instó a remitir a Madrid una candidatura municipal para la capital con el propio Ripoll y Miguel Valor como únicas marcas del bando afín al ex ministro. Esa era la exigencia, además, del alcalde Alperi. No hubo acuerdos. Ni siquiera un acercamiento.

El máximo responsable de los populares alicantinos, muy molesto también por la decisión de los campistas de tomar el control de la presentación de listas copando los apoderados en las juntas electorales, se volvió a Alicante, ya entrada la madrugada, con la artillería preparada. El comité de listas provincial y la ejecutiva estaban citados a última hora de la mañana. Y la dirección del PP en Alicante respondió, quizá, con la única arma que le restaba: la lista municipal de la capital. La cúpula zaplanista elevó a Madrid una candidatura en la que, tras Alperi, figura Ripoll y la plana mayor de los afines al ex ministro con Macarena Montesinos, Carlos Mazón o Pedro Romero, entre otros, todos ellos vetados por el primer edil para formar parte de la candidatura municipal. Mientras el nucleo duro del zaplanismo compartía mesa y mantel, en la sede regional del PP, en la calle Quart de Valencia, desde las nueve de la mañana, destacados miembros del comité de listas regional, caso de Pedro Agramunt o del senador Miguel Barceló, esperaban que Camps les ordenara aprobar las candidaturas autonómicas y, de paso, ejecutar la exclusión casi total - a esas horas sólo los consellers Miguel Peralta y Gema Amor parecían tener un puesto en las Cortes - de los zaplanistas en las candidaturas autonómicas. Nunca llegó la orden. Al escándalo de Alicante convertido por Ripoll en un nuevo órdago - como admitieron fuentes de Génova - se sumaron los problemas en Valencia. Desde el entorno del presidente del Consell se trataba de hacer ver en Madrid que la situación estaba controlada. Pero, lejos de eso, numerosos cargos populares, la mayoría alicantinos, hablaban de una ruptura total en el partido a las puertas del 27-M.

En ese escenario de tensión y de batalla campal, poco después de las siete de la tarde, el comité de listas nacional - presidido por Javier Arenas - notificaba a Valencia la decisión de aplazar, al menos 24 horas, el debate sobre el «caso valenciano». Acto seguido, Camps suspendía el comité electoral regional que debía remitir las listas autonómicas a Génova y todo quedaba pospuesto junto a otras cuatro autonomías. De momento, la nueva cita es hoy mismo. Pero ya, nadie sabe.