f J. C. C./EFE/r.a.

Desde las seis de la mañana, grupos de seguidores de Francisco Camps ocupaban uno de los laterales del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad, controlado por la Policía y delimitado por decenas de vallas. Hacían cola para intentar convertirse en el elegido público -apenas 50 personas- que podrán acceder a la sala de vistas en la que se decidirá si, finalmente, el exjefe del Consell es condenado por un supuesto delito de cohecho pasivo impropio en el caso de los trajes de Gürtel. No había tanta gente como en mayo de 2009 cuando Camps, en pleno apogeo de su poder en el PP, acudió a declarar como imputado y se dio un baño de multitudes. En la cola, con mayoría, aunque con alguna excepción, de partidarios del exjefe del Consell había desde una joven que acudió a prestar su "apoyo como persona" a Camps; hasta Julita Díaz, una conocida floclórica valenciana que triunfó hace tres décadas y que también acudió a respaldar al que fuera presidente de la Generalitat durante dos mandatos completos. Y todo ello pasando por un vecino de Alcàsser, una localidad vecina a Valencia, que admitió conservar en su casa una foto enmarcada de Camps y que, pese a abandonar éste la primera línea política, aún se había decidido a retirar.

Compartían espera, cada vez más reducida en número a medida que pasaban las horas, con la bandera pirata que portaba un hombre de mediana edad claramente alineado con el sector que se manifestaba, desde los jardines que dan color al otro lado de la enorme calzada que pasa por delante del TSJ, contra Camps. Convocados por el Col.lectiu contra la Corrupció, se pasaron toda la mañana y gran parte de la tarde coreando sin desmayo consignas críticas con el exjefe del Consell. Hicieron una "performance" con gente vestida de traje y corbata etiquetadas como "pagadas" -alguno confesó que recicló la ropa que se compró en su día para casarse- que bailó al son de una mítica canción de "Pet Shop Boys" y el típico repaso al repertorio de cánticos popularizados contra el expresidente de la Generalitat desde que estalló la ramificación valenciana del caso Gürtel.

"Ego, ego, ego, Camps al talego", "Camps, ratero págate el ropero", "t'estime un ou, vull un tratge nou", fueron algunos de los lemas que se escucharon durante una jornada en la que también hubo referencias alicantinas -"Camps a Fontcalent, Costa a Picassent"- e, incluso, a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, inmersa en la investigación de la pieza de Brugal sobre el presunto amaño del planeamiento urbano de la ciudad. "Los de Castedo, que vayan al talego", lanzaron contra la primera edil alicantina algunos de los asistentes que se manifestaban ataviados con mascarillas sanitarias y caretas de "Anonimus".

El limitado despliegue policial, con efectivos a pie y a caballo, contribuyó a que, más allá de los cánticos, no se reprodujeran ni incidentes ni momentos de especial tensión. En esta tesitura llamó la atención, por ejemplo, que una profesora del Instituto Illes Balears de Valencia enviara a sus alumnos a presenciar la primera jornada de un juicio marcado por una enorme expectación mediática. Un centenar de periodistas, una veintena de fotógrafos y otras tantas cámaras de hasta medio centenar de medios de comunicación se han acreditado para informar del juicio contra Francisco Camps.