Es la piedra angular y a nadie se le escapa. Conscientes de que en la composición del jurado se juegan mucho, acusaciones y defensas del primer proceso por la trama Gürtel que va ser juzgado emplearon la primera jornada de la vista oral que ayer arrancó en el Tribunal Superior (TSJ) de Valencia en la selección de las personas que decidirán si el exjefe del Consell, Francisco Camps, y su otrora lugarteniente, Ricardo Costa, son culpables o no de un delito de cohecho por aceptar de la red corrupta ropa valorada, en total, en más de 21.000 euros. Un cargo para el que las acusaciones piden sendas multas de 41.250 euros pero penado con cárcel en el actual Código Penal.

De poco les sirvió a Camps (a quien llevó en su coche el presidente de las Cortes, Juan Cotino,) y a Costa (que llegó a pie acompañado de su novia, la Bellea del Foc y exedil de Alicante Laura Chorro) madrugar para estar en el TSJ en torno a las 9.30 de la mañana. Ambos abandonaban el TSJ también por separado sobre las 22.30 (Camps en un todoterreno y Costa andando) sin haber podido prestar unas declaraciones que tendrán lugar hoy en un día no apto para supersticiosos: martes y 13. Tras ellos están citados los cabecillas de la trama Gürtel (Francisco Correa, Pablo Crespo y Álvaro Pérez) además de los dos acusados en el caso de los trajes, el exvicepresidente del Consell Víctor Campos y el técnico Rafael Betoret, y la en su momento empleada de Correa Isabel Jordán, entre otros.

Con aspecto cansado y sonrisa forzada el exjefe del Consell sólo apuntó, al dejar el TSJ y ser preguntado por los periodistas, que se encontraba "bien".

Atrás quedaba una jornada en la que los dos imputados no salieron del edificio del TSJ ni para comer (al filo de las 14.30 horas se le llevó un caterig en bolsas de papel con el logo de un restaurante de Valencia) y en la que la batalla se centró en la elección de, entre los 19 preseleccionados, los nueve titulares y dos suplentes que compondrán el jurado popular: seis hombres y tres mujeres. Un proceso en el que no acostumbra a tardar más de un par de horas pero que, en este caso, ocupó todo el día. Al trámite le puso la banda sonora el Colectiu contra la Corrupció con consignas como "Camps a Fontcalent, Costa a Picassent", "Dónde están, no se ven, los chorizos del PP" o "Los del Castedo, que vayan al talego" coreadas desde la acera de enfrente del edificio judicial ante un delgado cordón policial.

A escasos metros, un grupo de interesados en ser testigos directos del primer juicio contra un expresidente de la Generalitat (desde incondicionales de Camps a alumnos de un instituto de Valencia que no tenían tan clara la inocencia de exmandatario como los leales al exjefe del Consell) aguantaron como pudieron desafiando al frío y al cansancio hasta que comprendieron que, al menos ayer, no iban a traspasar las puertas del TSJ. Hoy, aseguraron, lo intentarán de nuevo.

Aún así, y sumando a todos los presentes en los alrededores de la sede judicial, la afluencia de público distaba mucho de la registrada en la primera declaración de Camps y Costa en el TSJ por estos hechos, hace de eso dos años y medio, cuando varios cientos de personas llegados en autobuses desde distintos puntos de la Comunidad se dieron cita para apoyar al entonces jefe del Consell.

¿Un veredicto para antes de Nochebuena?

A la vista del arranque del juicio contra Francisco Camps y Ricardo Costa por los trajes de Gürtel cuando, de entrada, ya se ha incumplido el calendario fijado por el presidente del jurado, el magistrado Juan Climent, y dado el elevado número de testigos citados (hoy, sin ir más lejos, exceptuando a los imputados, están previstas 19 declaraciones más) parece complicado que los plazos establecidos por Climent puedan cumplirse. Una hoja de ruta que, a tenor de los cálculos del magistrado, debería concluir el próximo 23, víspera de Nochebuena, con el veredicto y, en su caso, la audiencia sobre las penas. Una previsión que, hoy por hoy, se antoja complicada.

Ayer no sólo no declararon los acusados (como pretendía Climent) sino que la posibilidad de que la jornada concluyera sin que tan siquiera hubiera podido constituirse el jurado planeó durante todo el día dado el tiempo que se empleó en los interrogatorios a que se sometió a los preseleccionados para formar parte del tribunal popular con el objetivo de descartar a aquellos que pueden tener algún tipo de simpatía o animadversión hacia alguno de los imputados.

Compañeros del propio Climent coincidieron en señalar lo "apretado" del calendario confeccionado por el magistrado y en el "mal cálculo" que habría podido hacer de la duración de algunos de los trámites por lo que también se mostraron de acuerdo en apuntar la posibilidad de que la vista oral pudiera prolongarse más allá de la Navidad. M. G.