El juego de las sillas en el PSPV cada vez tiene menos asientos y, encima, la debacle electoral que apuntan todos los sondeos pone a los socialistas en la tesitura de dar una salida a los cargos que, hasta ahora, dependían del Gobierno. Ferraz trasladó la directriz de que, en la medida de lo posible, los representantes del Ejecutivo se mantuvieran en sus puestos para evitar la imagen de "desbandada" y de que buscan acomodo ante una derrota a la que, a estas alturas, el PSOE parece abocado sin remisión. Sin embargo, en el socialismo valenciano, los procesos internos siempre son diferentes. Así las cosas, la dirección del PSPV tiene encima de su mesa las opciones -bastante maduras- de "salvar" tanto a la delegada del Gobierno, Ana Botella, con un puesto en la lista al Congreso por Valencia; como también a Encarna Llinares, subdelegada del Gobierno en Alicante, que podría optar a un sillón en el Senado, dentro de la petición de Rubalcaba de impulsar candidaturas con amplia presencia de mujeres.

Encarna Llinares, una de las protegidas de la familia Pajín a lo largo de los últimos años en los que ha encadenado un sillón en las Cortes y ahora en la subdelegación del Gobierno, sería la candidata preferente al Senado. La operación tendría, obviamente, el visto bueno de Leire Pajín, número uno al Congreso. Su familia mantiene una estrecha relación de amistad con Llinares que, por otra parte, ha sido propuesta en las candidaturas oficiales de las asambleas locales que los socialistas, con escasa participación de la militancia, han celebrado en las últimas semanas para sugerir nombres a una candidatura ordenada de antemano con la autoproclamación de Pajín, hace varios meses con el aval de Jorge Alarte.

Una vez pasado el trámite de las asambleas, los socialistas afrontan la semana decisiva para aprobar sus candidaturas, algo que sucederá el próximo viernes durante la reunión de la ejecutiva y del comité provincial del PSPV. Luego tendrá que ser Ferraz la que se pronuncie. El margen, de todas maneras, es muy reducido. Los socialistas aspiran, como máximo, a un sillón en el Senado para Encarna Llinares. Mientras que la lista al Congreso, limitada por los tres o cuatro puestos de elección segura que auguran todas las encuestas, tiene ya, al menos, tres plazas definidas para la propia Pajín; Federico Buyolo, que será la cuota de Elche; y Herick Campos, el peaje que viene pagando Alarte al lermismo para mantenerse al frente del PSPV tras la debacle electoral del pasado 22-M.

Falta, para completar la candidatura, una propuesta en firme de la agrupación de Alicante. Suenan los nombres del exedil José Antonio Viñes -amparado por Elena Martín- y del abogado Gabriel Echavarri. No hay más cera que la que arde. Del actual elenco de diputados, además del citado Herick Camps que continuará, no seguirán, por contra, ni Juana Serna, ni Carlos González, ni Guillermo Bernabeu. Vicenta Tortosa, exalcaldesa de Villena, podría ir la número cinco, en puesto de elección cuando menos complicada.

Cámara alta

La extraña propuesta de Antonio Amorós

Uno de los episodios más extraños del proceso de elaboración de las candidaturas socialistas es, sin duda, el de la alternativa de Antonio Amorós, exportavoz socialista en la Diputación y, aunque él rechaza cualquier implicación, involucrado en la investigación ligada al caso Brugal sobre el presunto amaño de la contrata de basuras de la Vega Baja. Amorós ha sido propuesto en varias agrupaciones, entre ellas Elche, como candidato al Senado. Pero su nombre también se ha encontrado con rechazo en otros colectivos locales. En Aspe, por ejemplo, fue retirado de las propuestas por su "imputación en el caso Brugal", situación judicial en la que se encuentra Amorós pero que él asegura es voluntaria para poder ejercer su derecho a la defensa. P. r. f.