El paro arroja cifras desbocadas, el número de ejecuciones hipotecarias aumenta mes a mes, el crédito sigue más que congelado y las dificultades de muchos hogares para llegar a fin de mes son una realidad que toca de cerca a miles de familias alicantinas. La crisis sigue apretando y los municipios, tan lastrados por el parón de la construcción, tampoco están poniendo mucho de su parte para invertir esa tendencia.

Al menos, eso se desprende de las estadísticas de la Dirección General del Catastro. Sólo 17 de las 141 localidades que componen la provincia han decidido rebajar el tipo impositivo del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) de viviendas urbanas para reducir así el recibo que año a año pagan los vecinos. El IBI es el gran sustento económico de los ayuntamientos y muchos de ellos no se pueden permitir ver mermados sus ingresos. "Es imposible rebajarlo", admite un concejal de Hacienda de una población media de la provincia. Simple y llanamente, "porque habría que prescindir de servicios básicos", agrega.

Los datos del Catastro arrojan diferencias abismales. Por ejemplo, entre Elda y Benimarfull. El consistorio gobernado por Adela Pedrosa tiene fijado un tipo impositivo del 1,18%, apenas dos centésimas por debajo del máximo legal permitido. La localidad de El Comtat, por su lado, se queda en el 0,4%, el mínimo que marca la ley.

Los ayuntamientos tienen potestad para modificar el tipo impositivo, previa aprobación plenaria, pero la otra variable que determina el importe final del recibo del IBI la aporta el valor catastral de la vivienda. Se da el caso, por ejemplo, de que municipios con un tipo impositivo muy elevado pueden pagar cantidades inferiores a las de otras localidades con el tipo más bajo. Esa circunstancia se debe a las revisiones catastrales, que en algunos casos datan en la provincia de hasta 1985. En Elda, sin ir más lejos, la última se realizó en 1986. Por eso ahora, en vísperas de una nueva, los vecinos temen que el recibo se dispare e incluso se duplique. El Consistorio tiene en su mano evitarlo.

Revisiones al alza

Desde 2008 (primer año completo de la crisis), no sólo llama la atención que únicamente 17 localidades decidieran rebajar su tipo impositivo del IBI. También es especialmente llamativo que 21 poblaciones optaran por incrementarlo. Y en algunos casos, de manera considerable, como en Callosa de Segura. Allí, los vecinos han visto notablemente incrementado el recibo después de que el equipo de gobierno del PP decidiera revisarlo al alza desde 0,82% hasta 1,1%. Casi tres décimas de incremento. Pero el récord se lo lleva l'Orxa, donde el aumento ha sido de medio punto. Se ha pasado de 0,6% a 1,1%. Esta última cifra deja al municipio como uno de los 10 de la provincia que rebasan el 1%. De los otros nueve destacan Alcoy, con un 1,02%, y Novelda, con 1,03%.

En las dos principales ciudades de la provincia, el tipo impositivo del IBI se ha mantenido sin cambios desde 2008. En Alicante está fijado en el 0,754%, mientras en Elche es de 0,77%.

La explicación a todas estas cifras es clara. Al menos, tres alcaldes consultados por este diario -dos del PP y uno del PSOE- coinciden en señalar que una vez que la recaudación por la construcción se ha ido a pique, el único pilar que sustenta ahora a los ayuntamientos es el IBI. Es el tributo que les permite cuadrar cuentas y poder subsistir. El antaño famoso ICIO (Impuesto de Construcciones, Instalaciones y Obras) y las tasas urbanísticas hace ya tiempo que pasaron a mejor vida.