Bolonia se ha quedado a años luz de Alicante. El plan de reforma universitaria que implicaba homologar los estudios de toda España al estilo europeo apenas se ha traducido en la conversión de las licenciaturas y diplomaturas en grados, lo que no es poco porque las carreras han pasado de tener cinco a cuatro años, incluidas las prácticas, que se llevan buena parte de la formación. Del resto del plan, a la hora de llevarlo a la práctica con clases casi individualizadas con muy pocos alumnos por aula..., nada de nada, al menos en la Universidad de Alicante.

Ni los espacios ni los profesores dan de sí para poder cumplir los parámetros de la enseñanza a la europea en el campus de San Vicente del Raspeig. Donde no debían superarse los 25 alumnos se sobrepasan los 150 en aulas de las facultades de Educación y de Filosofía y Letras, como apuntan sus respectivos decanos, Ángeles Martínez y Jorge Olcina. "Es un extremo que hemos comentado los responsables de centros, así no hay forma de cumplir con las directrices de Bolonia", sostienen ambos.

La complejidad de las prácticas, en función del tipo que lleva aparejada la titulación, también deviene en el desdoble de las aulas hasta dos, tres y cuatro veces para llegar adecuadamente a cada alumno. Sin embargo, tampoco esta premisa se puede cumplir en el campus alicantino, como indican los profesores consultados, "porque no disponemos de los ayudantes que teníamos otros años".

La falta de liquidez del Consell se ha traducido en un acuerdo con las universidades públicas valencianas para prorrogar el pago de la deuda, lo que ha dejado a los propios centros académicos sin presupuesto para hacer frente a los mínimos requisitos que implica el Plan Bolonia. "Desde este verano no disponemos de dinero para poder contratar profesores ayudantes como otros años, y sin estos docentes tampoco se pueden desdoblar las aulas como sería de desear", aprecian los decanos.

El profesorado consultado asegura que están hasta arriba de trabajo y que se sienten "frustrados" desde el momento en que no pueden desdoblarse ellos mismos para dar la enseñanza de calidad que desearían.

No obstante existen algunas aulas en las que sí es posible acercarse a los parámetros de Bolonia, que apunta como paisaje ideal a la evaluación continua al alumnado y a prácticas casi individualizadas. "Conforme se va subiendo de curso, va decreciendo el número de alumnos y, en los superiores, con 30 y 40 estudiantes, se puede aplicar el Plan Bolonia perfectamente como sucede en tercero y cuarto cursos del grado de DADE (Derecho y Administración Pública", matiza la decana de Derecho, Amparo Navarro.

Esfuerzo extra

"Los primeros cursos todavía son muy numerosos en general, pero intentamos que los alumnos lo noten lo menos posible", de ahí que los resultados de los estudiantes en los grados, como asegura Navarro "no están siendo malos, aunque siempre es mejorable y, evidentemente, cuanto más pequeño el grupo, mejor".

La enorme preocupación de los centros universitarios por los recortes que pueden llegar para el curso próximo desde los presupuestos de la Generalitat, todavía por aprobar, no augura tiempos mejores para el programa educativo acordado por la Unión Europea en Bolonia. "Sobre todo en un momento como el actual, de implantación de nuevos planes de estudio que precisan dotación tanto de infraestructuras como de plantilla. Todo el sistema de calidad de las nuevas titulaciones que exige la implantación de Bolonia puede quedar en nada si no se garantiza el dinero para docencia e investigación en las universidades", advierte Olcina.

"La reforma sin dinero no sirve", añade desde al Facultad de Ciencias el catedrático Galante Patiño. "La equiparación a Europa implica cambios profundos en la metodología y en los contenidos. Es la idea de reducir grupos y mejorar la interrelación del profesor y el alumno, pero no es posible. No tenemos los espacios ni las infraestructuras y exige un sobre esfuerzo continuo del profesorado y de los equipos directivos para sacar de donde no hay".

El catedrático concluye que se han levantado falsas expectativas que no se pueden cumplir, como son la presencia y control de los alumnos "con una media de 80 a 100 alumnos por clase".

Los alumnos no lo ven mejor, aunque resulta paradójicamente, aquellos que cursan el plan de estudios antiguo de las licenciaturas y diplomaturas se quejan porque opinan que sus compañeros de los grados son "unos privilegiados", como advierten Aida, Jessica y Rosa, en cuarto curso de Administración y Dirección de Empresa. "Están como en el instituto, cuenta ir a clase más que todo el tiempo que dedicamos nosotras a los deberes en casa, que nos la jugamos en un examen final cuando ellos tienen evaluaciones cada quince días. Como si fueran niños", se lamentan al tiempo que ponen el acento en los "600 euros que se gastan nuestras madres en academias porque si no, no llegamos".

Manuel Miño y Sandra Juan, de la delegación de alumnos de la Facultad de Educación, aportan la visión de los estudiantes de grado: "Hay mucha práctica con material informático en la carrera, pero con 100 alumnos por aula es imposible aprobar Biomecánica o Ciencias de la Salud porque el material no podemos utilizarlo todos, no hay suficientes dinamómetros de presión y algunos ni lo tocan en toda la carrera, así que tampoco estarán preparados profesionalmente para ejercer en el mundo laboral".