"¿A quién le habría gustado que un perro olfateara la mochila de su hijo, con ese bocadillo que con tanto cariño e ilusión le hemos puesto para el mediodía? Lo que hay que buscar con los perros antidroga es a los grandes delincuentes, no a menores en su aula". Ramón López es un padre de alumno que a su vez representa a la mayoría de las asociaciones que hay en los centros públicos. De su federación parte la iniciativa de que el asunto sea analizado jurídicamente. "¿De verdad es una campaña que se va a hacer en todos los centros? -cuestiona irónicamente-, pues si es así, que hubieran puesto una de cal y otra de arena, pero no, todas las visitas a aulas tuvieron lugar el primer día de clase en centros públicos, con menores, y sin que los padres tuviéramos conocimiento".

Está muy disgustado por la imagen negativa que, en su opinión, propicia la presencia de los perros antidroga en "determinadas aulas, porque da a entender que esos problemas sólo pasan en unos institutos, como si la pública no tuviera ya suficientes problemas".

Y que haya sido el primer día de la vuelta a clase, también lo ve significativo "porque no se ha enseñado ninguno de los magníficos proyectos que tienen estos centros, sino bajo la necesidad de presentar un nuevo cuerpo policial que cuente con el reconocimiento, incluso, de quienes no estamos a favor de esta actuación con perros".

Incluso comparte con la representante de los centros concertados que los perros pasen por la calle y por el exterior de los centros, "pero no se nos ha medido por el mismo rasero a todos", lamenta. Ramón López sostiene que la entrada de los perros al aula le ha hecho sentirse muy indefenso, de ahí su postura contraria. "Como padre me duele mucho que mi hija salga de casa, sabiendo de entrada cómo va vestida, y que se vea implicada en una exhibición pública de la que no soy conocedor. Aunque aparezca su rostro tapado en las fotografías yo la conozco".

Reflexiona además que "cuando yo creo que mis hijos están protegidos por los cargos directivos de un centro, no puede ser que se atente contra la intimidad de un menor en el aula". Y también traslada la imagen que se le puede quedar grabada a un ciudadano que viniera de fuera de Alicante cuando el curso comienza con perros antidroga: "Si yo soy ese ciudadano y veo esto, siempre que pueda evitarlo no llevaría a mis hijos a esos centros", asegura, pese a sostener que "son magníficos para quienes conocemos a sus profesionales, pero se ha dado otra imagen", la de una "redada antidroga".

Por eso añade que, si esto era lo que se perseguía, "ha sido un fracaso, porque apenas han encontrado hachís por valor de 10 euros"; y que si se buscaba mostrar la ayuda de los perros a la Policía "ha faltado sensibilidad".

Por contra considera que "muy pocos padres o ninguno dejará de apoyar que esos perros estén en las calles, plazas o incluso en los yates del puerto y alrededores de los centros escolares, no dentro". "Yo lo que digo es que el que tiene boca se equivoca, -concluye López-, y el Ayuntamiento se ha equivocado".