El obispo de la diócesis, Rafael Palmero Ramos, culminó ayer la Solemne Coronación de Nuestra Señora de La Esperanza en un oficio religioso que congregó a cientos de personas en una abarrotada iglesia de La Misericordia. Sólo la lluvia, que empezó a caer avanzada la tarde, deslució el acto, impidiendo que la imagen de Lastrucci, que data de 1943, saliera en una procesión que pretendía honrar a la Patrona en la Concatedral de San Nicolás y concluir en la Plaza del Ayuntamiento. El recorrido extraordinario por la ciudad, si la lluvia no lo vuelve a obstaculizar, empezará hoy, a partir de las 10 horas, desde La Misericordia.

El templo, engalanado para la ocasión con toques austeros, acogió ayer la coronación de la primera Dolorosa de la Semana Santa alicantina. La ceremonia, puntual en su inicio, reunió a representantes políticos, militares y religiosos de la ciudad. A las seis de la tarde entró a la iglesia el obispo, Palmero Ramos. Ya sólo cabía él. La devoción por la Esperanza convirtió en misión imposible dar cabida a todos los fieles que se dieron cita en el templo alicantino. Muchos tuvieron que seguir el oficio religioso desde los exteriores.

El intenso calor que marcó la celebración en el interior de la parroquia dio paso a la emoción de los presentes cuando la corona, bendecida previamente por el obispo, ya lucía sobre la Virgen, una de las dos imágenes perteneciente a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y Nuestra Señora de la Esperanza, fundada en 1860 por el cónsul de Italia y que realiza su estación de penitencia cada Miércoles Santo.

Una prolongada ovación, salpicada por gritos de "¡Guapa!" y "¡Viva la Esperanza!", puso el punto final a la coronación de la Virgen, que, refugiada bajo palio, estrenó ayer el imponente manto de terciopelo verde diseñado por Espadero. Testigos de la ceremonia, además de las autoridades locales, fueron los representantes de hermandades llegadas desde varios puntos de la provincia y de ciudades como Sevilla, Salamanca, Madrid, Granada y Ciudad Real.