La revolución que ha supuesto la llegada de Internet y el fenómeno de las redes sociales, así como las facilidades cada vez mayores para difundir y compartir fotografías o grabaciones tomadas con un simple teléfono móvil ha propiciado un nuevo modo de delinquir. Aunque los delitos cometidos a través de internet o mediante un mal uso de las nuevas tecnologías estaban ya definidos, lo cierto es que el fácil acceso de los menores a plataformas multimedia que permiten que cualquier imagen, vídeo o chismorreo corra como la pólvora ante cientos de usuarios "amigos" ha revelado un nuevo medio para acosar, formular amenazas o difundir contenidos delictivos o violentos capaces de llegar ahora a miles de personas.

Esta nueva realidad tiene sus consencuencias en los tribunales de menores, el sector de la población más allegado a la cultura web 2.0.

Webcams y móviles

En el último año y medio, los juzgados de menores alicantinos han abordado procedimientos por delitos contra la intimidad en los que los menores se hicieron pasar por chicas, engañaron a los usuarios en un chat y capturaron sus imágenes masturbándose para luego extorsionarles. En uno de los casos se llegó a colgar el vídeo de uno de los chavales en internet. También se han producido juicios por peleas grabadas y colgadas en la red donde las protagonistas de la reyerta eran chicas. Los jueces también emitieron unas cuatro condenas por casos de menores que subieron vídeos de actuaciones delictivas, como el incendio de un almacén o la rotura de espejos retrovisores.

El juzgado número 1 de Alicante se hizo cargo en el último año de dos casos en los que los menores introdujeron un virus troyano en los ordenadores de terceros. En uno de ellos captaron imágenes íntimas de las personas en sus dormitorios, pues la cámara web se activaba sola a través del virus ejecutado. Después les extorsionaban. Recientemente, un hacker menor de edad fue detenido por acceder a otro ordenador mediante este procedimiento y gastar 1.500 euros en tecnología comprada en internet con los datos bancarios de su víctima, quien denunció el defalco en los juzgados. En otra ocasión, los menores entraron en el ordenador de un instituto y cambiaron las notas. El mismo juzgado llevó, hace tres años, el caso de unos alumnos que grabaron y colgaron en internet una paliza a su profesor en San Vicente del Raspeig. Otros tres procedimientos abordados en los juzgados alicantinos en el último años se siguieron contra menores por grabar con el móvil agresiones sexuales y luego usar el vídeo para amenazar a la víctima. En otro par de procedimientos, se juzgó a dos menores por posesión de pornografía infantil en sus ordenadores.

En total, los juzgados alicantinos han impuesto en el último año una treintena de condenas por delitos cometidos por menores a través de las redes sociales o mediante el uso del teléfono móvil, según estimaciones del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV). Una decena corresponden a injurias y amenazas a través de redes sociales, especialmente Tuenti, la red social juvenil por excelencia.

En el caso de Valencia, la cifra se dispara, y sólo en lo que va de año se han producido alrededor de 20 sentencias condenatorias a menores de 18 años por delitos cometidos a través de internet y unas 40 en las que la infracción se produjo mediante teléfono móvil. La proliferación de este tipo de delitos llevó a la Fiscalía a crear en Valencia una sección específica para atender los casos de criminalidad informática. Uno de los fiscales especialista en este área, Salvador Canet, explica que el acoso a través de las redes sociales, también llamado ciberacosociberbulling, es una extensión en la red del acoso escolar.

Los insultos y amenazas suelen empezar en el colegio y, en una segunda fase, adquirir la forma de mensajes lanzados en las redes sociales. El ciberacoso suele darse en grupo, liderado por uno o dos cabecillas con edades comprendidas entre los 13 y los 15 años, por lo que muchas veces la Fiscalía no puede emprender acciones contra el menor por ser inimputable. No suele haber un beneficio sexual -esto se da en otro tipo de delito, el llamado grooming-, aunque las víctimas suelen ser niñas de unos 13 años. Cuando ellas son las acosadoras, las edades bajan entre uno o dos años respecto a los chicos ciberacosadores. El principal problema, según Canet, es que internet consigue magnificar las consecuencias sobre la víctima. "Los insultos o humillaciones que antes podrían haber presenciado 30 chavales de una clase, pueden ser ahora vistos por más de 500 ciberamigos", indica.

Pedir perdón

Las penas impuestas abarcan desde las más duras, como un internamiento -se imponen pocas veces- hasta libertades vigiladas en los casos menos graves o medidas en régimen abierto. Según explican desde la Fiscalía de Menores de Alicante, muchas veces, para evitar llegar a juicio, se recurre a una mediación extrajudicial a través de la cual los menores que han infringido piden disculpas a sus víctimas. A esta medida suele recurrirse en los casos de ciberacoso, y es un equipo técnico el que participa en la mediación. El acosador o acosadora pide perdón a través de la misma red social en la que vertió los insultos o calumnias o lee en clase un escrito. "Se trata de actos reparadores que evitan ir a juicio siempre que la otra parte acepte el perdón", indican desde la Fiscalía de Menores de Alicante.