En el escaso mes y medio que Alberto Fabra lleva al frente de la Generalitat ha dejado más que patente que uno de sus principales retos pasa por apaciguar el partido. El jefe del Consell quiere que las batallas internas pasen a mejor vida y que todo el PP valenciano reme en una sola dirección. Hasta hace bien poco, esa aspiración parecía algo menos que imposible. La guerra entre campistas y ripollistas se recrudecía semana a semana y la purga del aún presidente provincial del PP en su carrerra en la Diputación -Ripoll suspiraba por un tercer mandato- amenazó con agigantar la brecha del partido.

Pero Camps dimitió y, para sorpresa de propios y extraños, las relaciones en el PPCV comenzaron a encauzarse. O más bien, las posturas empezaron a acercarse. Fabra telefoneó a Ripoll para tender puentes y el ripollismo aplaudió la iniciativa. Más que nada, porque el expresidente de la Diputación se encontraba apartado en el Ayuntamiento -era edil pero no tenía dedicación exclusiva- y porque estaba inscrito en las listas del paro.

El tiempo fue pasando y finalmente el presidente provincial del PP en Alicante ha obtenido un cargo de renombre. Desde este viernes es ya nuevo presidente de la Autoridad Portuaria de Alicante en detrimento de Miguel Campoy y 40 días después ha dejado de estar desempleado. Misión completada para Fabra. Al menos de momento.

Ahora, el presidente de la Generalitat tiene que lidiar con la herencia que ha dejado Camps en el Consell. Su dimisión al ser procesado por los trajes de Gürtel puso en la picota a los consellers, nombrados poco antes de ese adiós. La incertidumbre se apoderó de ellos y todos abrazaron el recién bautizado como fabrismo. Ninguno quería salir de la Generalitat. Pues bien, el presidente quiso reforzar ayerese lazo. Fabra convocó a todos los consellers -hasta hace pocas semanas el núcleo duro del campismo- y les trasladó la importancia de permanecer unidos de cara a las próximas elecciones generales. El encuentro se celebró, mujeres e hijos incluidos, en uno de los emblemas de Valencia: su Albufera. El Consell celebró una comida en una barraca con ensalada y paella como menú. Los grandes fastos pasaron a mejor vida. La crisis también llega al PP.

Barberá se queda sola en sus críticas a Génova

Un día después de que Rita Barberá enarbolara la "bandera" de un mayor protagonismo para el PPCV dentro del PP español, y de que reclamara el "cariño" de Mariano Rajoy para los populares valencianos, nadie dentro del partido se situó detrás la alcaldesa. Es más, diversas fuentes consultadas por este diario se mostraron abiertamente en desacuerdo con las manifestaciones realizadas por Barberá el pasado viernes. Desde la dirección regional señalaron ayer que "sí se siente el cariño" de Rajoy hacia los populares valencianos. De hecho, apuntaron que ha sido precisamente esta semana cuando más se ha manifestado la afinidad entre Rajoy y Alberto Fabra, jefe del Consell y presidente del PPCV desde la dimisión de Camps el 20 de julio. J. L. GARCÍA