María Tasso desarrolla su labor de pediatra en la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital General de Alicante y desde hace año y medio dirige un programa de pediatría en el hospital que la Fundación Vicente Ferrer tiene en Bathalapalli, en India.

¿Cuál es su relación con la Fundación Vicente Ferrer?

En el marco del acuerdo que el Hospital General de Alicante firmó con la Fundación Vicente Ferrer, en febrero del año pasado me propusieron coordinar el programa de pediatría en el hospital de Bathalapalli, el más grande de los tres con que la fundación cuenta en el distrito de Anantapur. Este hospital cuenta con un pabellón infantil de 90 camas y atiende cerca de 400 urgencias diarias. El programa pediátrico actualmente está focalizado a la implementación del área de neonatología, que tiene capacidad para acoger a 30 recién nacidos y 10 puestos para intensivos neonatales.

¿Cuáles son las carencias más importantes que se sufre en la zona?

Destacaría la carencia de personal, pero también de formación en cuestiones básicas. Sólo hay siete pediatras para las cerca de cien camas. Esto implica que los pediatras hacen pases de visitas rápidos por las salas de hospitalización y la mayoría del tiempo es enfermería quien está a cargo de niños graves. Además las enfermeras son en su mayoría mujeres de castas bajas y en India, por cuestiones culturales, esto limita mucho su iniciativa en la toma de decisiones. Por lo demás, los hospitales de la fundación tienen recursos materiales adecuados. Pero esos recursos no están optimizados y falta formación. Queremos mandar voluntarios (pediatras y enfermeros) con formación en neonatología. Ya han viajado tres pediatras y dos enfermeras que han hecho una labor importante, fruto de la cual se ha abierto una unidad de reanimación neonatal junto a la sala de partos y se ha puesto en marcha un programa de formación a cuatro enfermeras, que trasmitirán el entrenamiento al resto de su equipo.

¿Cuesta mucho encontrar voluntarios que quieran viajar a la India?

Un poco. La situación de crisis está afectando a la disposición de los voluntarios, el empleo es precario y a la gente le da miedo moverse. En la Comunidad Valenciana hay un decreto ley que otorga un permiso remunerado para labres humanitarias. La gente con plaza tiene menos problema, pero al resto les da más miedo. Aún así van llegando currículos de gente que quiere ir a la zona a ayudar.

¿Qué se siente cuando se visita un hospital de la India?

El shock es tremendo, aunque la zona en la que trabaja la Fundación ha mejorado y los hospitales están bien dotados. Pero el choque es tremendo, por la masificación de la población y el elevado nivel de pobreza. Allí aprendes que con pocos recursos bien rentabilizados, se puede incidir favorablemente en cuestiones básicas de salud. Te da un baño de humildad y cuando vuelves valoras mejor las cosas buenas y eres más crítico con nuestras carencias, que también son muchas.

¿Cómo está la Fundación tras la muerte de Vicente Ferrer?

Conocí a Vicente personalmente porque visité la fundación en 2008. Era una persona con luz propia. Ha dejado un carisma importante que ha sabido transmitir a la gente que trabaja con él y esto lo sientes en cuanto participas con ellos de sus mismas inquietudes. La tumba de Vicente está en el recinto del hospital y es un lugar donde los voluntarios acudimos con frecuencia a "cargar las pilas" en momentos de desánimo.