Tres y media de la madrugada. Terminal de El Altet. Las familias alicantinas que durante todo el verano han acogido a los 150 niños saharauis en sus domicilios dentro del programa "Vacaciones en Paz", tratan de contener el penúltimo llanto tras desprenderse de unos chavales a los que ya consideran como a sus propios hijos y hermanos, que vuelan ya de regreso a la dureza del desierto argelino. Tras un verano intenso y lleno de emociones en que familias y acogidos se lo han dado todo, toca volver a los campamentos de refugiados de Tinduf hasta el verano que viene.

Un regreso, el de ayer, agridulce, porque los niños saharauis están encantados de vivir en Alicante pero, pese a las penalidades y carencias que les esperan en el desierto (hasta 50 grados por el día), allí están sus padres y hermanos de los que sólo se separaron por pasar un verano más confortable. Su vida está allí en una tierra que algún día tendrá que volver a ser su país, el Sahara, si la comunidad internacional deja de actuar sólo con gestos como estos maravillosos de las familias alicantinas que, año tras año y pese a la crisis, se vuelcan con los programas de las asociaciones solidarias con el pueblo saharahui.

El programa "Vacaciones en Paz" tiene entre sus fines propiciar una estancia agradable a los niños saharahuis que pasan sus vacaciones junto a familias alicantinas y de toda España. Además de conocer una nueva forma de vida corrigen también los problemas de salud generados por las condicione extremas de su vida en los campamentos de refugiados.