­Ni el imperturbable cementerio se libra de los robos. En los últimos meses, el camposanto alicantino ha sufrido una oleada de visitas de amigos de lo ajeno en busca de un mismo botín: metales para vender a las chatarrerías. Los ladrones se han llevado las barras de hierro que cercaban un par de panteones, varias rejillas de las alcantarillas, numerosas escaleras de aluminio y hasta los grifos de los aseos. «Son cosas de la crisis», dice el administrador del cementerio, Santiago López. Y es que cada vez hay más gente que se dedica a la venta de estos materiales para obtener ingresos.

El último robo se produjo hace unas semanas. Los ladrones accedieron al camposanto cuando estaba cerrado y desvalijaron el hierro de uno de los panteones rompiendo las peanas de piedra que los sustentaban. Apenas unos días antes, los cacos se habían llevado las barras que cercaban otro panteón.

No ha sido el único expolio durante este año. Los ladrones también se llevaron cerca de una decena de rejillas de hierro de las alcantarillas que hay en las calles del cementerio y de las que hay fuera, en la plaza donde se encuentran el aparcamiento y varias floristerías. Hace unos cuatro meses que también desvalijaron los aseos centrales del camposanto, llevándose los grifos de los lavabos. Unos meses atrás, los empleados comprobaron cómo habían accedido a las oficinas revolviendo todos los papeles sin sustraer nada.

Aunque estos robos se han disparado en los últimos meses, el hurto de las escaleras de aluminio que los usuarios utilizan para colocar las flores en los nichos más altos es una constante desde hace un par de años. «Se han llevado unas 200», señala el administrador.

El camposanto permanece abierto de 7.30 a 19 horas y, cuando está cerrado, una patrulla de la Policía Local va realizando inspecciones cada cierto tiempo en su interior. Sin embargo, como indica Santiago López, el cementerio «tiene una superficie de 200.000 metros cuadrados y unas 500 calles, por lo que es muy difícil de controlar».

Cámaras

De esta forma, los cacos que saltan las paredes y acceden al interior del cementerio pueden esquivar la vigilancia. La única forma factible sería la instalación de cámaras de seguridad como las que ya existen en algunos parques públicos para prevenir el vandalismo.

«Lo que debería haber es un mayor control en las chatarrerías para impedir que compren los materiales robados que les llevan», considera el administrados, quien indica que las sustracciones de estos materiales suponen una merma para las arcas públicas.

Pero estos no son los únicos robos que se producen en el cementerio. En los alrededores, varios comerciantes han sufrido asaltos y en el interior del camposanto se pueden leer carteles en los que se advierte a los ciudadanos: «No dejen sus coches abiertos y tengan cuidado con los bolsos».

Los robos al descuido son otro de los grandes problemas y en el último año también se han incrementado, por lo que los propios trabajadores del cementerio han optado por prevenir a los usuarios.

De los cables de cobre a pedales de contenedores

En los últimos tiempos el robo de metales y cables de cobre está haciendo estragos en la provincia. La imaginación de los cacos para conseguir chatarra que vender no tiene límites y en Arenales del Sol se han dedicado a desvalijar los pedales de los contenedores. Hace unas semanas el robo de cobre también causó problemas en la red del tranvía entre Alicante y Benidorm y, meses antes, los ladrones dejaron a oscuras los túneles de la vía verde de Alcoy tras llevarse los cables. A finales del año pasado, la Policía inmovilizó cerca de 10.000 kilos de cobre en una operación contra el robo de metales en la que se inspeccionaron medio centenar de chatarrerías en la provincia, donde se registró la mayor incautación del país.