El viaje del exalcalde Luis Díaz Alperi a Creta con la entonces delegada de Presidencia y ahora concejala electa Sonia Alegría en un jet privado y que duró dos semanas costó más de 35.000 euros. Según refleja el sumario, el empresario Enrique Ortiz fue el que gestionó este viaje del exalcalde y el que, según se desprende de la investigación, pudo haber pagado su coste. Es el constructor el que se pone en contacto con Vicente Cotino, hermano del vicepresidente del Consell, Juan Cotino, para lograr el transporte en avión. El 3 de julio de 2008 Ortiz habla con Cotino: «El día 29 necesito el avión, si es posible, para ir a Creta, y volver el día 13». Seis días después le da más detalles a su secretaria «confirmamelo, que es para Luis, desde Valencia, para Luis Díaz, pero no le digas nada, dile que sí, que lo necesitamos así (...) salida desde Valencia y llegada a Valencia». El precio dado inicialmente -58.000 euros- les resulta caro y comienza una negociación llevada por Ortiz para rebajarlo. En contacto con Alperi le comenta lo que está haciendo para bajar el precio e incluso llega a plantear una solución alternativa que molesta al entonces todavía alcalde: «Pero Enrique, ahora no me puedes decir eso (...), hay otra solución, que me vaya nadando, vale».

Los investigadores creen que los movimientos de dinero que hace Enrique Ortiz a través de su mujer en los días previos al viaje de Alperi, quien pudo sacar unos 40.000 euros en efectivo de varias cuentas, podrían conducir al pago de las vacaciones del todavía alcalde por parte del empresario. También relatan que un año después y ya con Alperi fuera de la alcaldia, Ortiz rechazó gestionarle otro desplazamiento en avión a Corfú y dio cuenta de ello a la alcaldesa: «Calla, la misma de siempre. Es que es acojonante. Me llama el otro día pidiéndome un favor, que le he dicho que no. Vamos, que le pida a un amigo mío un avión. Qué sabes tú lo que vale un avión. Y le he dicho, mira los amigos míos están todos arruinados. No puedo...Coño que tal. Desde luego que eres...Ya no te tomas interés por mis cosas. Digo ¿qué coño dices? Si ya me volviste loco otros años que me tocó pedir favores a diestro y siniestro».

El día de Navidad de 2008, a la hora de la sobremesa, Ortiz y Castedo se llaman por teléfono para acabar de perfilar los detalles de un viaje que iban a realizar conjuntamente a Andorra para esquiar. «Oye, ¿a qué hora nos vamos?», le preguntó el empresario a la entonces recién investida alcaldesa. «Nos vamos el domingo, ¿no?», le contestó Sonia Castedo. El constructor está preocupado. Quiere máxima discreción y trata de evitar que Luis Díaz Alperi se entere. «No le digas lo del viaje a nadie», le traslada el empresario a Castedo, que le recalca el hecho de que Alperi debe quedar al margen de cualquier detalle de los preparativos. Ortiz, que concertó una cita con Ricardo Costa –entonces número dos de Camps en el PP– para cenar en Andorra junto a Castedo, pide a la alcaldesa que avise a Marta, referencia que la Policía identifica con la edil Marta García-Romeu, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Alicante. La comitiva partió el 28 de diciembre. El grado de discreción que Ortiz llega al punto que, camino de Andorra, el empresario para en una gasolinera y se encuentra con Matías Pérez Such, entonces secretario autonómico de Industria con Camps. Al minuto avisa a Castedo, que le tranquiliza. No se habían cruzado con Pérez Such. El viaje se repitió en las vacaciones invernales del año siguiente, apunta el sumario, que confiere a la esposa de Ortiz un papel capital en la organización de los viajes a Andorra. En ese segundo trayecto, Ortiz prestó a la familia de Sonia Castedo un vehículo de alta cilindrada para completar el trayecto. Esa relación, en opinión de la Policía, «no hace mas que provocar sospechas fundadas de la irregularidad manifiesta y del objeto último de dicho viaje».

A finales de julio de 2009, Ortiz telefonea a Castedo para abordar una cuestión relativa a la instalación de Ikea en Alicante y le hace referencia a la organización de una salida a partir del 8 de agosto en un yate. Inicialmente, el traslado a Ibiza se iba a realizar en avión pero Castedo recela. «No habrá problemas después. A mi lo del avión... No se», duda la alcaldesa. «Nada. Qué problema va a haber. Ninguno. Qué problema. Si yo no lo voy a pedir a mi nombre ni nada», contesta el promotor. Finalmente, Ortiz decide que su yate navegue hasta Dénia y tranquiliza a la alcaldesa: no van a cruzarse con Alperi que, según Ortiz, tiene una estancia reservada en Corfú. El chófer del constructor recoge el 7 de julio a Castedo y su familia para llevarlos a Dénia, desde donde zarpa el barco, una operación que repetirán unos días más tarde en una segunda travesía. Entre medio, una vuelta precipitada en avioneta privada, que compartieron Ortiz y Castedo