Se veía venir, pero tal como señaló Sonia Castedo poco antes de que la "pasearan" a hombros entre los centenares de seguidores que abarrotaban el salón Europa del Meliá, "nunca me había imaginado poder conseguir 18 concejales".

Pocas personas podían estar anoche más felices que ella, y pocas más tristes que Elena Martín, que, en un desangelado salón en el hotel AC, ante apenas una veintena de seguidores, reconocía su derrota poco después de las diez y media.

Fue una noche dramática para los socialistas alicantinos que apenas se dejaron ver por el salón en el que tenían previsto seguir la noche electoral. De hecho, hasta las ocho y media de la tarde cuando apareció Juana Serna, allí no había más que periodistas mientras la candidata andaba recluida en una sala del hotel pasando el trago de ver cómo el PSOE en Alicante obtenía los peores resultados de su historia.

Sí dio la cara Roque Moreno quien, con los ojos vidriosos, aguantó el tipo e incluso se permitió bromear cuando en la televisión apareció un volcán en erupción en Islandia y dijo que "creía que era Ferraz", así como la que fuera candidata hace cuatro años, Etelvina Andreu. No apareció sin embargo el candidato por Alicante a las Cortes Valencianas, Ángel Luna, que optó por pasar la noche electoral en Valencia.

Mientras en el PSOE iba cundiendo la desolación, en la oficina de campaña del PP sobre las nueve y media de la noche ya se palpaba la victoria. Toda la candidatura junto a varias decenas de militantes y simpatizantes se deleitaban eufóricos ante las pantallas de los ordenadores y de la televisión mientras se iban confirmando los datos.

Sonia Castedo, vestida con una camiseta dedicada a su amigo José Picó, periodista recientemente fallecido, no paraba de dar besos y abrazos sin creerse aún lo que estaba ocurriendo. Con ella, su madre, su hija y su marido, felices, y su mentor, Luis Díaz Alperi, satisfecho porque "hemos hecho bien las cosas". Por su parte, en la sede provincial, una veintena de militantes afines a Ripoll seguían el escrutinio con menos euforia que en la oficina de la alcaldesa.

Desde allí se trasladaron poco antes de las doce de la noche al salón Europa del Meliá donde esperaban cientos de personas en la fiesta organizada por los populares, incluido un seguidor disfrazado de vikingo en una de las imágenes más surrealistas de la noche.

Castedo, que hizo a pie el trayecto hasta el Meliá e incluso paró a tomar una hamburguesa por el camino, se hizo desear, pero cuando llegó fue una locura.

Si antes en la oficina de campaña ya había sido manteada, aquí fue llevada a hombros como los toreros por todo el salón, le gritaron guapa, la hicieron botar en el escenario, le aplaudieron a rabiar, le gritaron consignas cariñosas y corearon su nombre hasta que Castedo no pudo contener la emoción y acabó llorando junto a los miembros de su candidatura, entre ellos Mari Carmen de España, número 18 de la lista que ni en sus mejores sueños habría esperado ser concejala.