El movimiento de los indignados -extendido ya a las principales poblaciones de la provincia- eclipsó la última jornada de una campaña electoral marcada, en su recta final, por una protesta ciudadana que ha descolocado por completo a los grandes partidos. Los acampados suman apoyos día a día y, de hecho, recibieron ayer el inesperado respaldo de Vicente Magro, presidente de la Audiencia de Alicante.

Pese al criterio de la Junta Electoral -ratificado también por este mismo órgano en la provincia- de ordenar la suspensión de las protestas y de las acampadas del movimiento del 15-M durante la jornada de reflexión de hoy y la votación de mañana, Magro, sin embargo, mostró su simpatía hacia los manifestantes y consideró legítimas sus reivindicaciones, cuyo primer punto pasa por la reforma de la Ley Electoral, algo que, en el caso de la normativa valenciana -una de las más restrictivas sobre la participación electoral de toda España-, ni el PP de Francisco Camps ni tampoco el PSPV de Jorge Alarte contemplan en sus programas electorales. EU siempre ha estado a favor de la rebaja del listón electoral al 3% peró únicamente Compromís -la coalición conformada por el Bloc, Iniciativa y Los Verdes- lo recoge de forma explícita en su listado de propuestas.

La intervención de Vicente Magro adquiere, si cabe, una mayor relevancia después de la decisión de la Junta Electoral Central, de la que, de esta manera, el magistrado discrepa. El presidente de la Audiencia de Alicante, de hecho, considera "legítimas" las protestas siempre que se realicen sin violencia. Vicente Magro, que dijo hablar como un ciudadano más y no como miembro de la judicatura, señaló que las protestas se veían venir. "Era un movimiento que no tardaría en producirse, ya que hay una tremenda diferencia entre la juventud de ahora y la de antes", apuntó el magistrado.

"La juventud española -prosiguió con su argumentación- es muy trabajadora, está bien formada y quiere trabajar. Por ello han salido a la calle a decirle a la sociedad los problemas que tiene y sus deseos de trabajar". "Es legítimo -reiteró- que la juventud, siempre que sea sin violencia, exponga a la sociedad los problemas que tiene", apuntó Magro antes de lanzar una advertencia: "Es una llamada de atención a los partidos y a la sociedad para que reflexionemos y demos un giro pensando en esta juventud", concluyó Magro.

Para los comicios del 22-M, sin embargo, ni el PP ni el PSPV recogen en su programa uno de los principales puntos del movimiento del 15-M: la reforma de la Ley Electoral Valenciana. La normativa autonómica, como es conocido, es una de las más restrictivas de toda España y obliga a los partidos a lograr un 5% de los votos en el conjunto de la Comunidad para lograr representación en las Cortes. Con este sistema electoral, por ejemplo, el parlamento catalán en lugar de siete partidos tendría cinco y el vasco contaría en sus escaños a sólo tres partidos de la media docena que actualmente tiene representación. Es decir, que cosechar más de 100.000 votos o el 5% en una o, incluso, en dos de las circunscripciones -como le ha ocurrido en dos ocasiones al Bloc, una formación integrada ahora en Compromís- no es sinónimo en la Comunidad de conseguir representación.

El PP está en contra de modificar esa normativa y dejar el listón electoral en el 3% -el mismo que recoge la Ley Orgánica General-, como ayer explicitó durante un encuentro con periodistas Joaquín Ripoll, presidente provincial de los populares. "Evita bastantes problemas", dijo para rechazar la reforma Ripoll que, además, vinculó las protestas con un movimiento contra Zapatero. Así que no lo llevan en el programa electoral. Ni tampoco los socialistas para los que, apuntan, no es un asunto que esté, a día de hoy, en la agenda política autonómica. EU siempre ha defendido la rebaja y, casi seguro, la votaría a favor aunque no la cita en su programa. Sí aparece en el de Compromís. "La reforma de la Ley Electoral para conseguir un sistema electoral realmente proporcional y justo. Retirada del límite antidemocrático del 5%", plantea la formación de Mònica Oltra.