"¡Estás indignado!", le suelta con una carcajada y una palmada en el hombro José Ramón Navarro a Andrés Corno. Su compañero se estaba poniendo rojo al exponer sus razones de por qué le parece bien que haya medio centenar de jóvenes concentrados en en la plaza de la Montañeta, a la una del mediodía. Son dos señores de mediana edad, arquitecto y empresario farmacéutico respectivamente, que se han encontrado paseando por un espacio público donde ayer confluían la rutina y el movimiento que se ha propuesto invertir su lado más decepcionante: el paro, la corrupción y la enorme distancia que hay entre los ciudadanos y sus representantes.

A sus pies se extienden varios metros de papel pegado al suelo con los lemas y razones de esta concentración, integrada dentro del llamado Movimiento 15-M y coordinada por la plataforma Democracia Real Ya en Alicante. Desde el martes por la noche, la #acampadaalicante, como se la identifica en la red social Twitter, expone y defiende de manera pacífica -y autorizada por la Subdelegación del Gobierno- muchos de los argumentos contra el bipartidismo y el sistema bancario que ya ha movilizado a decenas de miles de personas en España y en el mundo.

En la Montañeta todos los portátiles y móviles tienen un ojo puesto en el epicentro de la indignación española, la Puerta del Sol de Madrid. Pero la vida en el campamento alicantino discurre tranquila. La fuerte presencia policial del principio se ha transformado en complicidad entre agentes y acampados. "Nos miman mucho", explica Teresa Morales, secretaria de producciones audiovisuales y traductora en paro de 47 años, uno de los rostros referencia para quienes habitan o visitan la plaza. Asegura que la reacción de la gente, que se para a informarse de que su movimiento no pide más que un voto más sensato y que se ponga freno eficazmente a las corruptelas "de los de arriba", les ha desbordado. "El parking nos ha dado permiso para usar el baño, la gente nos trae agua, churros por la mañana, zumos, bocadillos, productos de limpieza, cuerdas, pancartasÉ Hasta ha venido un señor con varias cajas de bollería. Cuando nos ha dicho que no podía quedarse a la asamblea porque es militante del PP y funcionario, me he quedado a cuadros. Esto está llegando muy lejos", afirma.

Los organizadores -pocos y estresados, pero radiantes con sus petos fluorescentes y caras de alegría- contemplaban el espectáculo: la plaza estaba llena de jovencitos góticos, señoras elegantes, bohemios, jubilados ex militantes del PT, veteranos del "OTAN no", empleados de Mercadona, septuagenarias con bastón, estudiantes de Informática y tipos vestidos de sport con gafas y maletín negro. Perfiles sociales de toda condición que se turnaban los rotuladores para manifestarse a través de los papeles del suelo -como una "chica de la calle" que reclama "un trabajo"- o para pedir el megáfono y discutir ideas concretas sobre qué hacer los próximos días. Lo único que tienen claro es que no se van a pesar de lo que diga la Junta Electoral Central y que se quedarán, como mínimo, hasta el domingo.

La asamblea de la mañana congregó a unas 50 personas para organizar los grupos de trabajo (cartelería, preparación de bocadillos para los asistentes, limpieza de colillas y papeles) y fijar las actuaciones musicales que se han programado -para alegrar una protesta donde no se bebe alcohol para no dar excusas a los antidisturbios-.

A las 20.30 horas, la plaza era un foro de más de 800 personas donde se pudieron escuchar mensajes izquierdistas, patrióticos, voces que clamaban enjuiciar a los causantes de la crisis, cantos a coro -"El pueblo unido jamás será vencido" o "esto no es una crisis, es una estafa"- y más de una carcajada provocada por los nervios, la espontaneidad o las ansias de protagonismo de los oradores. Quizá el momento más tenso lo provocó un exaltado que se había empecinado en hablar. El público lo contuvo, llamó a la Policía y avisó a la organización para que anunciara, a quienes no veían la escena, que los agentes iban a apartarlo a petición suya.

Pasadas las 22 horas, la Montañeta seguía encendida con aplausos, cánticos y la euforia de estar protagonizando un día histórico que será muy recordado. La indignación, también en Alicante, estaba mutando en esperanza.

Las movilizaciones en Benidorm, Alcoy y Elche reúnen a cientos de personas

Las movilizaciones continuaron ayer por la provincia y llegaron hasta Benidorm y Alcoy, donde se reunieron cientos de personas. En la Plaça de Baix de Elche la protesta se repitió con mayor fuerza que en la noche del miércoles. Las concentraciones llegarán hoy a Elda, donde se ha convocado a la gente esta tarde frente al Consistorio. Mientras, en Torrevieja el movimiento 15-M estudiaba anoche sumarse a la acampada en Alicante.

En Benidorm, más de doscientas personas se reunieron por primera vez frente al Ayuntamiento y algunos decidieron pasar la noche para mantener la movilización hasta el domingo.

"Si no nos dejáis soñar no os dejaremos dormir" rezaba en una de las pancartas que presidía la concentración en Alcoy, donde ni la lluvia impidió que se concentraran más de un centenar de personas.

En Elche, tras la movilización del miércoles por la noche, una veintena de personas pasaron la noche para retomar por la mañana la protesta. Por la noche, se congregaron unas 700 personas.