Junto al cementerio se encuentran algunas de las viviendas más humildes de la ciudad con elevados índices de hacinamiento y pobreza. Es el caso de las viejas casas de los enterradores del camposanto, ubicadas al final del Vial de los Cipreses, que el Ayuntamiento cedió hace ocho años a la familia de Diego, un patriarca gitano que está a la espera de que el Instituto Valenciano de la Vivienda les traslade a otra casa.