Desde el siglo XV el monasterio de la Santa Faz conserva, según la tradición cristiana, uno de los pliegues del sudario con el que la Verónica secó el rostro de Jesús camino del Calvario. Una reliquia a la que los alicantinos siempre han mostrado su fe y han creído en sus milagros. En una romería a la Santa Faz nunca faltan los testimonio e historias de personas que confiaron en ella en un momento difícil y, aseguran, les ayudó.

Yolanda Pastor es el primer año que hace la romería descalza para cumplir con una promesa. "Mi hija de 15 años tuvo un problema de salud muy serio. Yo le pedí a la Santa Faz que me ayudara y mi hija se ha recuperado". No es la única peregrina que camina descalza. Ana lleva cuatro años dando gracias de esta forma "por una promesa cumplida relacionada con la salud". Asegura que el camino sin zapatos no se hace más duro, "incluso prefiero venir sola y después encontrarme con la familia. De esta forma lo hago mucho más concentrada". Juan Pablo también camina descalzo para dar gracias por una promesa que, asegura, se le cumplió hace ya 15 años. Desde entonces nunca ha faltado a su cita con el Sagrado Lienzo.

En tiempos de crisis el empleo comparte espacio, junto a la salud, en los pensamientos de los peregrinos. Así lo destacó Antonio Vivo en su homilía y el deán Ramón Egío poco antes de que la comitiva oficial partiera de San Nicolás. "Espero que de esta romería salga algo bueno, en especial trabajo para todo el mundo, ya que estamos viviendo una tragedia". Por el trabajo también pedía Erika, una inmigrante colombiana que asistía por vez primera "y muy impactada" a la romería. A pocos metros de ella, María hizo el camino con el pensamiento puesto en su hija, quien se encuentra de viaje de fin de curso en Punta Cana. "Le he pedido que las nueve horas de vuelo pasen sin problemas".

Las hermanas clarisas del monasterio de la Santa Faz tampoco se quisieron olvidar "de rezar por quienes no tienen trabajo y por los enfermos que vienen a pedir ayuda".