Los carros metálicos de los supermercados se han convertido en el medio de transporte preferido por los jóvenes que acuden a la romería para llevar en su interior la bebida y la comida para pasar la jornada en el entorno del monasterio, aunque más de uno acaba en la Playa de San Juan a media tarde.

Cada año que pasa los romeros parecen superarse y la experiencia del tuneado de coches se aplica a estos carros y algunos son ingeniosos, como una persona que había soldado el cuerpo de una bicicleta a uno de estos carros y circulaba ayer con él sin problemas.

Muchos aparecieron tuneados con escudos del Hércules y un romero unió tres carros y los convirtió en una discoteca ambulante porque llevaba altavoces, mesa de mezclas y una reproducción de la reliquia de la Santa Faz. Cuando las piernas flaquean estos carritos se convierten también en el mejor modo de descansar y los jóvenes se meten dentro mientras otros amigos se dedican a empujarles. Los perjudicados de esta proliferación de carritos son los supermercados donde se los llevan sin permiso, aunque en Santa Faz parece que estos hurtos se pasan por alto.