Si uno da un paseo por el centro sin prisas y con ganas de mirar, se encuentra con sugerentes rincones, fachadas decimonónicas, románticas plazas, tiendas con encanto y bares con unos platos como para no volver a comer en casa. Claro que hay edificios feos que se dan de patadas con el de al lado, fachadas descuidadas, grafitis, tiendas cerradas y bares cutres, -seguimos en Alicante- pero gana lo bueno. El centro está bonito y, tras años de lasitud, parece estar recuperando su impulso. Cualquier mañana con buen tiempo, las terrazas de los bares de Castaños, del Portal de Elche o de la plaza de Gabriel Miró se llenan de gente y es un placer ir viendo escaparates o sentarse en un banco entre el sonido de los chorros de la Aguadora.

A mediodía, la Plaza Nueva está a tope, y con tanta afluencia de gente no es rara la presencia de mendigos, artistas callejeros y vendedores ilegales revoloteando entre las mesas. En lo que dura el café con leche, un acordeonista toca dos piezas y un cantante flamenco, por llamarlo de alguna manera, aporrea inmisericorde su guitarra impidiendo escuchar a dos artistas callejeros que en la cercana calle de San Ildefonso interpretan temas musicales de películas con un chelo y un violín.

Indiferente, la gente va y viene. Hay ambiente, tanto en la calle como en algunas tiendas, y da la sensación de que la ciudad está viva. "Sí es verdad que el centro se ha recuperado algo", confirma el presidente de la la Asociación de Vecinos del Centro Tradicional, Carlos de la Iglesia, quien añade que "está bastante bien ahora, más limpio, con menos gente extraña. La prostitución ha bajado mucho en la zona de Gabriel Miró o en Doctor Balmis. Tampoco se ven ya esos grupos amenazantes de inmigrantes que antes te encontrabas en la calle San Fernando o en la calle de El Cid y que provocaron el cierre de muchos comercios para abrir ellos, y también se está notando una pequeña recuperación del comercio", señala.

Efectivamente los comerciantes confirman esta mejoría. "Esto no tiene nada que ver a cómo estaba hace unos años. Ha cambiado mucho para bien", afirma Toñi Torregrosa, presidenta de la asociación de comerciantes Más que Centro. "Sabemos reconocer el esfuerzo que se ha hecho desde el Ayuntamiento con el Plan Integral del Centro Tradicional. Están abriendo algunos negocios y otros, como dice la canción, resistimos, porque es una época dura", señala, para añadir que, "en general estamos contentos aunque hace falta un empujoncito, mejorar la iluminación, algún edificio que está mal o algún solar que da mala imagen, además de prestarle atención a la plaza de Balmis que es lo que peor está".

La pequeña placita con sus bancos de mosaicos y sus alrededores sigue concentrando la prostitución en la zona y no es raro encontrar a alguna mujer sola o con otras prostitutas esperando a los clientes. "Aquí a veces encuentran preservativos, o jeringuillas", asegura Manuela Sirvent, una vecina para la que "ahora se nota menos prostitutas y menos líos por aquí porque viene más la Policía, pero no se ha erradicado del todo, y es uno de los mayores problemas de esta parte de Alicante". La prostitución, sin embargo, se ha reducido mucho en los alrededores de la plaza de Gabriel Miró en cuya reactivación también ha influido la apertura de varios bares y restaurantes, y la remodelación de muchos de sus edificios como el de Correros y Telégrafos, uno de los más emblemáticos de la ciudad, que ya se ve precioso con su fachada pintada aunque aún no han acabado las obras.

"Esto está quedando muy bien", afirma Carlos, yerno del propietario del bar Los Mejillones de Correos, uno de los bares de alrededor de la plaza abierto hace casi 4 años, "lo malo es que aún hay mucha gente en Alicante que piensa que aquí sigue habiendo prostitución y problemas, pero en cuanto vienen y ven cómo está de bonita la plaza, repiten", dice este joven gallego que no duda al señalar que "es la plaza con más encanto de Alicante" afirmación con la que coincide una pareja a la que encontramos comiendo en una de las mesas de la terraza de uno de los restaurantes de la plaza.

A la recuperación del centro tradicional ha contribuido la restauración de muchos de los viejos edificios de la zona gracias en gran medida a las ayudas y subvenciones públicas encaminadas a sacar la zona del ostracismo en que se vio sumergida en las dos últimas décadas del siglo pasado. Planes como el Pateco o el Plan Integral de Recuperación del Centro Tradicional han empezado a dar sus frutos y ahora, tanto los residentes como los visitantes coinciden en señalar que el cambio es evidente. "Estas calles hace unos años daban algo de miedo porque había mucha gente de fuera con otras costumbres y escándalos. Ahora hay muchos menos", afirma Diego Maestre, un vecino de la calle San Francisco. "Además, han empezado a rehabilitar edificios y ha venido mucha gente de fuera, de Madrid, de Albacete, y se nota una mejoría", corrobora Noelia Ñeco, propietaria de la tienda Carmen Heredia, uno de los establecimientos tradicionales del barrio.

El centro histórico, el tradicional barrio de la burguesía alicantina durante el siglo XX, pasó su momento más crítico hace unas décadas, sobre todo la zona del viejo arrabal de San Francisco, con el progresivo abandono por parte de los segmentos de población más jóvenes. El barrio fue envejeciendo y, al tiempo, se multiplicó la presencia de población inmigrante que, a juicio de los vecinos, resultó muy negativa para esta parte de la ciudad por la existencia de grupos que resultaban intimidatorios. Muchos de los edificios, pese a su atractivo arquitectónico, se fueron deteriorando, así como las fachadas de muchas de las viviendas, y el comercio tradicional perdió impulso frente al desarrollo del área del Ensanche con el Corte Inglés como foco polarizador, y la apertura de grandes superficies comerciales cuya competencia resultó letal para parte del comercio tradicional del centro. Esta tendencia destructiva parece haberse invertido en los últimos años y cualquiera que pase ahora por el viejo arrabal de San Francisco y por el Barrio Nuevo, puede percibir la recuperación. No en vano, y con el permiso del Ensanche, entre la Rambla y Gadea, sigue habiendo importantes centros administrativos públicos y privados como el centro de especialidades de la calle Gerona, Hacienda, la subdelegación del Gobierno, la sede del Síndic o el MOP; centros culturales como el teatro Principal, el Casino o el Museo de Hogueras, entidades bancarias y despachos profesionales de todas las actividades y algunos de los comercios más prestigiosos de la ciudad además de muchas de las plazas emblemáticas de Alicante.

"A mí me encanta el centro. Mis hijos viven en otras zonas y alguna vez me han dicho que me vaya con ellos, pero si yo me muevo de aquí me entra una depresión" afirma Mari Carmen, una vecina a la que encontramos charlando con media docena de amigas frente a la floristería El Tulipán y que llevan viviendo aquí "toda la vida". Cuando les preguntamos, señalan que les gusta todo de vivir aquí. "Mucha gente nos conocemos, hay de todo, sales y te da alegría ver gente, tiendas, bares...", afirman riendo. Todas coinciden en que el centro ha mejorado desde que ellas eran jóvenes. "Hay más flores, las plazas están más bonitas, y está más limpio".

Carlos de la Iglesia también recuerda cómo estaba el centro hace 45 años cuando llegó a vivir a Alicante, "había un ambiente más acogedor que ahora, con gente encantadora y mucha alegría y mucha fiesta". Esto no parece haber cambiado, y si no, basta con darse una vuelta por aquí en Semana Santa, en Carnaval o en Hogueras cuando, como es lógico, el centro se llena de racós, barracas y monumentos; desde la hoguera de Hernán Cortés en la plaza de la Montañeta que planta en Especial, pasando por la de Calvo Sotelo, la de Gabriel Miró, Rambla y Ruperto Chapí además de la de Alfonso el Sabio y la del Mercado Central.

Un respiro para el comercio y la hostelería

Los comerciantes del centro tienen la sensación de que, tras años de deterioro, hay un ligero repunte en la actividad de la zona. "El tranvía está ayudando mucho en la reactivación del comercio", señala el presidente de la asociación de comerciantes de la Rambla y Adyacentes, Francisco Navarro, quien considera que "la Rambla está resurgiendo, están abriendo algunos bares, el Hipercor, y hay más movimiento, y zonas como Castaños, la calle Gerona o la del Teatro también van mejorando gracias en parte a tematizar las calles, de forma que hoy en día cualquier chica que se quiera casar, no deja de pasarse por la zona donde se concentran las tiendas de novias". Toñi Torregrosa, de Mas que Centro, coincide en que "se están abriendo algunos comercios nuevos y la restauración también parece que está funcionando cada vez mejor". Al tiempo, aquí todavía se puede encontrar tiendas tradicionales, algunas con más de medio siglo a sus espaldas, así como algunos de los bares y restaurantes con más solera de la ciudad que conviven con comercios que apenas duran un año abiertos y con decenas de establecimientos de comida rápida.