Allí donde la Seguridad Social muestra sus carencias proliferan las clínicas privadas, por lo que un repaso a las guías telefónicas saca a la luz las principales lagunas. Junto a dentistas y clínicas de reproducción asistida, los podólogos llenan un importante hueco de la pública, que no contempla estos tratamientos en caso de patologías menores, que por otro lado son cada vez más frecuentes. También los gabinetes de psicología y psiquiatría atienden a unos pacientes con problemas sobre todo de estrés y ansiedad que, aunque sí pueden acudir a la Seguridad Social, optan por la privada ante la larga lista de espera de la pública para unas patologías que, aunque no son graves, requieren rapidez. Una situación "que al final genera una brecha social entre quienes tienen dinero y se buscan a un médico privado y quienes no tienen recursos y deben quedarse en la pública", explica Salvador Roig, responsable de Comunicación de CC OO.

Bordeando la línea que delimita qué debe ser pagado por la Seguridad Social, atendiendo a criterios de salud se quedan, por ejemplo las gafas. "Llevamos años reivindicando que las financie la Seguridad Social, porque muchas personas no tienen más remedio que usarlas y son muy caras", explica Carmen Flores. Y en las farmacias, "ha habido cierta discusión por si las vitaminas deberían incluirse", explica Jaime Carbonell, presidente del Colegio de Farmacéuticos. Un debate "difícil, porque si sigues una buena alimentación las vitaminas no son necesarias y en el caso de personas que nutricionalmente lo necesitan, la Seguridad Social lo financia".