El laboratorio de Radiactividad Ambiental de la Universitat de Valencia ha detectado la presencia de yodo radiactivo procedente del accidente nuclear de Fukushima en los sensores instalados en el campus de Burjassot.

Las partículas de I-131 detectadas son una mínima parte de los valores límite para la población y no representan ningún riesgo, según explicó José Lorenzo Ferrero, director del laboratorio.

Según los datos ofrecidos por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) procedentes del laboratorio valenciano, las partículas contaminadas con el isótopo I-131 quedaron atrapadas en el filtro de carbón activo retirado el pasado 30 de marzo, aunque pudieron llegar en cualquier momento dentro del periodo comprendido entre el 23 -fecha en la que se retiró el anterior filtro sin que se detectara ninguna anomalía- y el 30 de ese mes.

El dato confirma que la nube radiactiva procedente de la central japonesa ha llegado a la capital valenciana después de atravesar el Pacífico, el continente americano y el Atlántico norte, desde donde descendió al Mediterráneo, según el seguimiento realizado por diversas agencias meteorológicas.

Valores mínimos

La actividad máxima detectada en ese periodo ha sido de 2,3 mili bequerelios por metro cúbico de aire filtrado (miliBq/m3), muy lejos del valor 400 miliBq/m3 en el que se fija el límite de vertido para las centrales nucleares. Los registros detectados en Valencia se encuentran también muy alejados de los niveles asociados al límite de dosis que puede recibir la población de forma mantenida y durante un año sin riesgo aparente para su salud y que se sitúan en 16.000 miliBq/m3, 800.000 en el caso de trabajadores profesionalmente expuestos como los que trabajan en la industria nuclear. Según el CSN, el yodo también ha sido detectado en el laboratorio de radiactividad ambiental de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), donde se ha medido un pico algo más elevado de I-131, con 7,2 miliBq/m3 registrados entre el 29 y el 31 de marzo. Este valor solo es superado por los registrados en Ferrol (9,9) y Sevilla (8,31), según los datos actualizados del CSN.

En la semana del accidente -del 10 al 16 de marzo- los niveles de yodo medidos en este laboratorio eran inferiores a 0,18 miliBq/m3. José Lorenzo Ferrero subrayó que se trata en todo caso de valores "muy bajos" que según el CSN "no representan ningún peligro para la salud de la personas o el medio ambiente".

El director del laboratorio de la Universitat de Valencia explicó también que ayer fue retirado el filtro de carbono que recoge la actividad detectada desde el 31 de marzo y que "en unas horas", probablemente hoy, se conocerán los resultados oficiales.

No obstante, explicó que el laboratorio dispone de otra bomba de aspiración no homologada por el CSN cuyos resultados, ya disponibles, ofrecen un descenso en los valores registrados la pasada semana.

"Desde el valor del pasado 29 de marzo al recogido el día 3 la cantidad de I-131 se ha reducido a la sexta parte, con picos de medida entre el 30 y el 31 de ese mes que eran nueve veces lo que hay hoy", por ayer, según explicó.

Diferencias con Chernóbil

José Lorenzo Ferrero destacó que aunque la tendencia es a que disminuya el nivel de la radiactividad detectada "todavía puede permanecer unos días". "Al contrario de lo que ocurrió en Chernóbil, que estaba mucho más cerca, ha tardado más en llegar y probablemente tarde más en retirarse, aunque parece que el foco de origen ya han controlado la liberación a la atmósfera de estos radionucleidos", explicó.El experto destacó que en el caso de Chernóbil las medidas de radiactividad se dispararon una semana después del accidente, alcanzaron niveles más altos y los isótopos detectados -estroncio, cesio o lantano, entre otros- mucho más peligrosos.

Además de los registros procedentes de Chernóbil, el laboratorio ha detectado también restos de las explosiones atómicas realizadas por China en el desierto del Gobi.

Según explicó José Lorenzo, el laboratorio valenciano forma parte de la red de vigilancia radiológica del aire que colabora habitualmente con el Consejo de Seguridad Nuclear, que les pidió hace unas semanas "incrementar" los controles a la espera de que la circulación atmosférica trajera, como así ha ocurrido, los radionucleidos de Fukushima.