El vuelo procedente de Madrid, que aterrizó a las 23:50, pasó a la historia sin tan siquiera conocer el motivo sus pasajeros. Se trataba del último vuelo que aterrizaba en la considerada desde hoy antigua terminal del aeropuerto del Altet. Miguel Candel, joven ilicitano que viajaba en el avión, afirmaba que "no sabía que podría tener el privilegio de poder vivir in situ el cierre de las instalaciones". Daniel Ruiz se sorprendía de convertirse en protagonista por un día y se congratulaba de las dimensiones de la nueva terminal. A su vez, tenía el temor de desconocer cómo enfrentarse a las novedades, "pues la antigua terminal era más pequeña pero muy acogedora". Pero, sin duda alguna, los sentimientos más contrastados se podían palpar en los trabajadores de AENA, como demostraron las palabras de Horacio, vigilante de seguridad, ya que por un lado vivía la ilusión de pasar a formar parte de uno de los mejores aeropuertos a nivel nacional, pero por otro, tal y como explicaba, era "dejar atrás muchas experiencias vividas". Todo sea por mejorar.