Rojo, verde y azul. La estatua de bronce del artista foguerer Gastón Castelló que reposa sobre un banco en la plaza 25 de Mayo, junto al Mercado Central, amaneció ayer repleta de pintadas, que parecen haberse realizado con ceras, tras un acto vandálico cometido la noche anterior. Así lo denunciaron desde el colectivo Alicante Vivo, que sostiene que se trata de una nueva agresión al patrimonio cultural de la ciudad, como las que ya sufrieron "la estatua de Gabriel Miró, que quedó sin nariz durante años; la escultura del doctor Rico, sin cabeza; la fuente de la Aguadora, casi manca o la fuente del Niño Flautista de Canalejas, que aún está destrozada".

En este caso, las pintadas han alcanzado a todo un símbolo de la cultura, pintor y gran artista de Hogueras. Sus piernas se pueden ver pintadas de rojo, así como su boca y sus ojos, mientras que su cabeza está coloreada de verde y el pecho de azul. Un ataque vandálico que indigna a defensores del patrimonio artístico. "Lamentamos estas actuaciones, dignas de lo más rastrero de la sociedad", opinan desde Alicante Vivo. El colectivo exige "urgentemente" que los políticos hagan un esfuerzo común para mejorar la educación de la sociedad futura.

Ante este nuevo episodio de vandalismo, desde Alicante Vivo hacen un llamamiento a otras "asociaciones, partidos o colectivos, como el fogueril" para que lo ocurrido con Gastón Castelló "sea el último ejemplo de una desidia que ya no sabemos como divulgar entre los alicantinos".

Como bien recuerdan desde este colectivo, no es el primer atentado contra el patrimonio cultural. Esta realidad ha llevado al Ayuntamiento a iniciar una batalla contra el vandalismo. Por el momento, han comenzado a instalarse cámaras en parques públicos, como el de la Ereta, para disuadir a los incívicos que perpetran estos actos. Además, hace unos meses, la propia alcaldesa anunció que se iba a modificar la ordenanza para endurecer los castigos a los vándalos. Actualmente, la normativa contempla multas de 751 euros por hacer pintadas.

Los actos vandálicos sobre el mobiliario urbano y los parques de la ciudad cuestan al año más de 300.000 euros que salen, evidentemente, del bolsillo de los contribuyentes.