Con Gürtel y Brugal pendiendo como una Espada de Damocles sobre el PP, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, se instaló de nuevo en el más absoluto de los silencios y evitó entrar al trapo que le propusieron los socialistas sobre la corrupción. Durante el debate de Política General en las Cortes, con el que arranca el curso parlamentario, Camps esquivó por completo los asuntos que afectan a la estabilidad interna del PP -con el propio jefe del Consell y los presidentes de la Diputación en Castellón y Alicante, Carlos Fabra y Joaquín Ripoll, imputados- y se envolvió, una vez más, en un discurso triunfalista, trufado de alusiones a las señas de identidad pero, sobre todo, de agravio comparativo y de reivindicación permanente frente al Gobierno socialista de Madrid, un elemento al que el jefe del Consell dio mucho peso en la última gran cita parlamentaria antes de las elecciones de 2011.

El presidente de la Generalitat no quebró su discurso ni siquiera cuando Luna lanzó una piedra sobre el hemiciclo de las Cortes como señal, dijo, de que está "libre de pecado". Ni proclamando el síndic socialista su honradez ni reclamando Ángel Luna al jefe del Consell que diera la cara porque "eso haría un buen valenciano", Camps entró en un debate que, a pesar de todo y como estaba previsto en el guión, acabó marcando el debate. Ni por esas. En su primera intervención, el presidente de la Generalitat se entregó a las cifras, a alardear de sus "logros" y, sobre todo, se dedicó a cargar contra el Gobierno. Su deporte favorito.

Se quejó de que Zapatero discrimina a la Comunidad en la financiación, con un déficit histórico que cuantificó en más de 7.000 millones de euros; en el agua, argumento que le permitió exigir de nuevo el trasvase del Ebro, recordar la modificación del Júcar-Vinalopó o la última batalla política sobre el futuro del Tajo-Segura; en la seguridad ciudadana con las dificultades para la construcción de comisarías; o en infraestructuras com0 el AVE. Llegó a cifrar, de hecho, el coste del retraso en la llegada del tren de alta velocidad en 900 millones. Obvió, sin embargo, que, a la marcha de José María Aznar, apenas se habían concretado 800 metros de la línea. Fue con los socialistas cuando los trabajos se aceleraron. "A pesar del Gobierno, seremos los primeros en salir de la crisis. No vamos a dar ni un paso atrás", apuntó al denunciar la discriminación en el reparto de los fondos para los parados valencianos. "¿Qué le habrá hecho esta Comunidad a Zapatero?", se preguntó durante una intervención que se acercó a la hora y tres cuartos y en la que usó de forma mayoritaria el castellano con apenas unos minutos, los dedicados a hablar de las señas de identidad, en valenciano.

Ángel Luna le disparó con toda su artillería. Cuestionó el reparto del negocio de las basuras, desencadenante de la operación Brugal en la Vega Baja, una trama en la que está imputado por cinco graves delitos el citado Ripoll. "¿Cuántos Brugales hay en la Comunidad?", se preguntó antes de criticar a Camps por no dar la cara y de volver a poner sobre la mesa de debate del caso Gürtel, en el que el jefe del Consell está imputado por un supuesto delito de cohecho impropio. "No es valencianismo traerse a la trama Gürtel para hacer negocio aquí", se lamentó Luna para poner en duda el futuro político del líder del PP. "No gobierna, sólo resiste. Intenta forzar a Rajoy a que le prolongue el mandato para ganar tiempo", le espetó.

El síndic socialista plantó cara a los ataques que ha recibido tras desempolvar los populares un asunto que se remonta a hace trece años, cuando Luna, después de dejar la Alcaldía, recurrió a Enrique Ortiz para realizar unas obras en su vivienda, de las que no guarda facturas. "No me van a callar", aseveró antes de dejar claro que mi "cliente", en estos momentos, es "el pueblo valenciano" . "Me pagan -clamó desde la tribuna- para defender sus intereses, sin tener miedo ni a usted, ni a ninguno de sus secuaces". El síndic socialista apuntó de forma directa a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, como responsable de rebuscar en los expedientes sobre su gestión como primer edil.

"Han pinchado en hueso. Voy a seguir en la misma línea. Y si yo no lo hiciera, lo haría cualquiera de mis compañeros", retó Luna a los populares para reprochar a Camps su falta de "agallas" a la hora de evitar contestar preguntas sobre Gürtel. "Yo no he tenido que explicar mi gestión ni a la policía, ni a los fiscales ni a los jueces", recordó el portavoz socialista antes de restar valor a la querella anunciada por el PP para "equipararlo" al jefe del Consell. "Los papeles sobre mi gestión estarán ya envolviendo pescado o bocadillos, mientras los suyos formarán parte de la colección de sentencias penales de los tribunales de España", aseveró para dejar, de nuevo, la tribuna a Camps que, como única réplica, volvió a cargar contra Zapatero, al que acusó de intentar parar a la Comunidad; y pidió que los problemas de los políticos se queden en las "puertas" de las Cortes. Fue sólo el preludio de un intenso último turno del cara a cara.

Hace unos días, Ripoll, sobre la situación de Luna, dijo: "El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Dicho y hecho. "Ahí está la primera piedra, vendrán más", proclamó el síndic socialista desde la tribuna mientras lanzaba una pequeña piedra sobre el hemiciclo como muestra de su honradez. Ni por esas entró Camps en el debate. Subió a la tribuna sin papeles. Lanzó una dura crítica contra Ángel Luna al que acusó de ser el primero que entraba en el parlamento con un "arma arrojadida" e, incluso, llegó a comparar la actuación del síndic socialista con la de diputados de Herri Batasuna. "Ya sabe la gente quiénes tiran piedras sobre su propio tejado", concluyó.

La antigua Roma, la crítica de Milagrosa Martínez y la subasta

Camps se remontó a la antigua Roma para eludir el debate de la corrupción y responder el reto de la piedra que le lanzó Luna. "Durante estos 2.000 años, la democracia en un parlamento, ha significado concitar ilusiones, buscar en el debate aquellas cuestiones que pueden servir para la población a la que se representa. Y ha sido el arma arrojadiza, el gesto exagerado, lo que la retórica civilizada y culta ha intentado extraer de cualquier tipo de propuesta", añadió. La presidenta de las Cortes, Milagrosa Martínez, lamentó, al término del debate el gesto de Luna. El primero en intentar recoger la piedra fue el conseller de Educación, Alejandro Font de Mora, aunque desistió después de que Camps le pidiera que la dejara. Posteriormente, fue el diputado socialista y precandidato a la Alcaldía de Valencia, Manuel Mata, el que la recogió. Según fuentes cercanas a Mata, su intención es subastarla para sufragar la campaña de los socialistas en las municipales de Valencia. P. r. f.