Vecinos del Cabo de las Huertas reclaman al Ayuntamiento que ejecute la orden de demolición de una estructura inacabada y abandonada desde hace diez años en la calle Tintorera de esta zona residencial, que acumula basuras y que atrae ratas e insectos. En un escrito dirigido a la alcaldesa el pasado día 9 de septiembre, vecinos de las casas próximas a la estructura recuerdan a la primera edil que existe desde 2004 una orden de demolición de dicha obra de acuerdo a la documentación que les envío la Gerencia Municipal de Urbanismo "y durante el tiempo transcurrido el solar ha continuado degradándose y no se ha efectuado ningún trabajo de limpieza, construcción o demolición". En la carta añaden que la acumulación de basura es importante, que "a veces se refugian personas sin domicilio fijo", sobre todo en verano, y que la estructura afea toda la calle desde hace una década.

La anterior comunicación que enviaron al Ayuntamiento data de agosto de 2008, dirigida al entonces alcalde Luis Díaz Alperi, a quien se quejaban de que, aparte de que la estructura no tenía cerramientos, habían observado la presencia de intrusos.

Los vecinos tienen en su poder una copia de la orden de demolición aprobada por la Junta de Gobierno Local en julio de 2004 de las obras ejecutadas "que no se ajustan a la licencia concedida", según reza en ese texto oficial. En ese decreto, se instaba al cotitular de la solicitud de licencia a que procediera a la demolición de las obras y se le advertía de que en caso de incumplir esta orden se le impondrían multas coercitivas.

Seis años después de la orden de demolición acordada por el Ayuntamiento a costa del interesado, la estructura sigue en pie, por lo que los vecinos reclaman a la Concejalía de Imagen Urbana que actúe.

En la carta enviada a la alcaldesa también se quejan de que aunque la calzada y las aceras de la zona han sido remodeladas recientemente, la calle Tintorera no ha sido objeto de estas actuaciones "y ofrece un aspecto lamentable". Otro de sus problemas son las reuniones que celebran grupos de jóvenes al final de la calle lindando con la zona verde que da al mar hasta altas horas de la madrugada, "con el consiguiente ruido procedente de la música de los vehículos" y los restos del botellón que después dejan. "Dados los elevados impuestos municipales que pagamos nos sentimos doblemente perjudicados y discriminados", concluyen.