Hombres trajeados haciendo payasadas e imitaciones. Eso es lo que consigue un coach, pero no es lo único. Es una profesión relativamente joven y aunque, tiene mucha demanda en Madrid y Barcelona, en Alicante todavía es desconocida. Diego Martos dirige Ditowanda, una empresa consultora y de coaching local.

Trabaja formando a directivos de empresas tan importantes como Iberia o Acciona, pero también con empresas de la tierra como Fundesem, Valor, Pikolinos y un largo etc. Ha elegido su profesión, poco a poco. De consultor, a formador y finalmente coach.

¿Qué es un "coach"?

Una mezcla de terapeuta, consultor y formador. El coach pretende trabajar cómo estás aquí y ahora, y desde entonces convertirse en un apoyo totalmente confidencial que te ayuda. No es un amiguete, hacemos preguntas poderosas que te hagan plantearte retos y como superarlos.

¿Qué técnicas utiliza?

Con grupos depende de lo que la empresa quiera lograr, solemos hacer representaciones, juegos y visualizaciones. Recursos humanos te piden que potencies un valor, y nosotros nos adaptamos. Pero el teatro es una buena técnica para que la gente se muestre tal como es. Cuando es individual se trata más de escuchar y preguntar. Nosotros tenemos las preguntas y el cliente las respuestas. Cuando verbalizas algo es más fácil de alcanzar.

¿Todo el mundo puede alcanzar lo que se propone?

Todo el mundo.

¿Qué es lo que hace falta para ser coach?

Haberlo elegido, que te guste la gente y que quieras lo mejor para ellos. Hay que ser sincero y captar a las personas, y si no tienes conexión le recomiendas el coach apropiado para el. Si un coach no es sincero después la gente desconfía de todos. Por eso hacemos sesiones gratis de 30 minutos, para que la gente nos conozca y vea si nos entendemos. Es una profesión poco reglada y hay gente que lo aprovecha.

¿Por qué el coaching no cala en Alicante ?

Aquí las empresas son muy familiares y hay que aprender a desligar lo emocional de lo profesional. Alguien que lleva toda la vida trabajando por su negocio no acepta que alguien de fuera entre y le diga como hacer las cosas, es normal. Además, quizás aquí llevamos otro ritmo, aunque en general la sociedad está bloqueada. Nos falta llegar a ser más auténticos y no autolimitarnos, porque los límites los ponemos nosotros.