"Salí de Orán el 19 de octubre. Estuvimos en el mar desde las tres de la madrugada hasta las diez de la noche. Más de 18 horas. Era martes". Karim, como nos pide que le llamemos aunque no es su nombre verdadero, todavía se estremece cuando recuerda ese día y eso que hace ya nueve meses. "En la patera íbamos diez personas, todos hombres y adultos. El barco era muy pequeño y aunque no hacía mucho frío lo pasamos muy mal. Da mucho miedo. Yo he visto en el mar cadáveres flotando y sabes que te puede pasar a ti".

Salió de Orán con lo puesto tras pagar 900 euros por el pasaje. "Fui con algo de comida y la ropa que llevaba encima. De dinero nada. Cuando subes a la patera te preocupa el viaje. Luego ya se verá". Conforme el barco se fue acercando a las costas andaluzas el estado del mar fue empeorando. "Cerca de Almería había mucha resaca. La barca iba para adelante y para atrás. Creímos que no llegábamos. Me dio miedo y, como llevaba el móvil con batería, llamé a mi sobrino que vive en Alicante y él avisó a la Guardia Civil, que nos rescató".

Karim habla con frases cortas alternando el francés con el español que ha aprendido en los nueve meses que lleva en España. Sabe que en la zona en la que fueron rescatados han muerto muchos argelinos que, como él, intentaron llegar a España navegando en una patera. "Claro que me daba miedo, pero la patera fue la última solución. Ya lo había intentado antes por Gibraltar y me tuve que volver, pero tenía claro que había que llegar a España. Quería cambiar, quería estudiar. En mi pueblo no tenía nada. Encontrar trabajo allí es muy difícil y sólo lo consiguen quienes tienen dinero y pueden pagar sobornos. Además allí hay muchos problemas con las drogas, con el hachís, no hay futuro. Tenía que llegar aquí". Karim lo tenía claro porque en Alicante, concretamente en el barrio de Benalúa, vive desde hace diez años una de sus hermanas con sus sobrinos y, frente a muchos de sus compatriotas que se encuentran solos, él sabía que aquí le esperaba parte de su familia y un techo donde vivir.

Tras ser rescatados en la costa Karim pasó tres días en un centro de internamiento en Almería y de ahí fue trasladado a Málaga donde estuvo ingresado 15 días. "Luego me dejaron ir y vine a Alicante a casa de mi hermana con la que vivo ahora. La casa es pequeña pero nos ajustamos". Dice que durante el tiempo que estuvo en los centros de internamiento el trato que recibió de la Guardia Civil y de la Cruz Roja fue muy bueno. "La gente que he encontrado desde que he venido a España me ha tratado bien aunque a veces cuando digo que soy argelino hay personas que me miran raro".

Karim está feliz de estar en Alicante. "Me está ayudando mucha gente. Lo primero mi hermana y también algunos amigos como Manuel que es como otro hermano". Efectivamente, Manuel, que colabora con una asociación de ayuda a los inmigrantes, le acompaña durante la entrevista y habla maravillas del joven: "Es trabajador, educado, inteligente y estudioso. Ha aprendido a hablar español en poquísimo tiempo, fíjate. Es un gran muchacho".

Afortunado

Pese a su situación, sin papeles y sin trabajo, Karim se considera afortunado. "La gente que viene aquí y no tiene a nadie, en dos o tres meses como mucho se tiene que ir a otro lugar o volver a sus países. Tienen que vivir a veces en la calle e incluso pedir o robar para poder comer algo. Es imposible".

En cuanto al futuro, y aunque en Orán trabajó durante un tiempo en una empresa de electrodomésticos, le gustaría ser entrenador deportivo de fútbol o de voley. "Me encanta el deporte y voy al gimnasio. También me gusta leer y el cine y los documentales de naturaleza que ponen por la televisión". Musulmán practicante, asegura que en Alicante no tiene problemas para cumplir sus ritos. No fuma ni bebe pero le gusta salir. "Las discotecas no me van. Prefiero reunirme con un grupo de personas y charlar". No tiene novia "aún", pero en el futuro se ve con una mujer y con niños viviendo aquí. "Me gusta mucho Alicante. Se parece a Orán, hasta tienen un castillo igual", dice . "Yo quiero vivir aquí". De momento, y mientras pasan dos años hasta que se le reconozca el arraigo social, tiene cuidado de que no le detengan. "No tengo miedo a la Policía, pero no quiero que me envíen a un centro otra vez o que me devuelvan a mi país".

Sólo pierde su sonrisa cuando hablamos de la familia que ha dejado en Argelia. Recuerda a su madre. "Está enferma y allí no está bien. Ojalá pudiera traerla algún día". Manuel le pide que nos repita una frase que tiene dedicada a su madre en su perfil de facebook y Karim empieza... pero no puede seguir y se echa a llorar.