La Audiencia juzgó ayer a un miembro del conocido clan de los Capito acusado de matar a un hombre a tiros en la terraza de una cafetería de Juan XXIII y herir a otro el 16 de mayo de 2009. El motivo de la reyerta, una deuda de 900 euros que el fallecido reclamaba a su presunto asesino. El acusado reconoció ayer los hechos en la primera jornada del juicio que comenzó en la Audiencia y alega que lo hizo para defenderse porque los otros le estaban propinando una paliza. La Fiscalía pide para él 28 años y cinco meses de prisión.

"Él era mi amigo, no quise matar a nadie. Sólo quería salir del agujero de golpes en el que estaba y me puse a disparar para asustarles". Éste fue el testimonio que prestó Manuel G. M. alias "Lolo" en el juicio. Según su versión, el fallecido le estuvo llamando por teléfono para reclamarle el dinero, según él, por la venta de un televisor de plasma. "Me llamó y me dijo que si no iba donde me esperaba, lo iban a pagar otras personas", relató. Según su versión, bajó del coche y los otros le recibieron a golpes. El acusado, que tenía una orden judicial que le impedía llevar armas, dijo que quitó la pistola a sus atacantes y se puso a disparar.

La versión contrasta con la ofrecida en el juicio por el hombre herido en el tiroteo. José G. A. declaró que el acusado bajó del coche pistola en mano y que se puso a disparar tras mantener un forcejeo con el posteriormente fallecido, Leopoldo I. P. A él, le dispararon cuando iba a atender a su amigo.

Con pocos testigos presenciales se pudo contar ayer en la vista, pese a que el tiroteo tuvo lugar en una cafetería un sábado hacia las cinco de la tarde. Sólo declaró una mujer por videoconferencia desde Benalúa para decir que llamó al 112 porque alguien dijo que avisara a la Policía porque había habido un tiroteo. "Sólo lo hice por colaboración ciudadana", dijo. La Policía tenía que su móvil era el que hizo la llamada a Emergencias. Los agentes que intervinieron reconocieron no pudieron encontrar testigos.

Los forenses destacaron que el disparo a la víctima le alcanzó la aorta por lo que murió en pocos segundos. Los dos disparos que recibió el herido no fueron mortales, aunque causaron lesiones graves.

Los jueces tuvieron que suspender la declaración del padre del acusado, a propuesta de la defensa. El motivo es que, en el momento en que iban a llamarle, el tribunal se dio cuenta de que estaba dentro de la sala siguiendo la vista.