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La multinacional Altadis da prácticamente por culminado el vaciado de su fábrica en la ciudad de Alicante sin que por el momento se conozca un proyecto industrial alternativo para las naves, según han denunciado hoy a EFE los sindicatos.

De esta manera, se pone definitivamente fin a una larga tradición de Alicante con la industria del tabaco, que se remonta a 1801 cuando la extinta Institución de la Renta del Tabaco abrió en la ciudad su tercera planta, tras Sevilla y Cádiz.

El cierre fue anunciado en junio de 2008 por la matriz de Altadis, la británica Imperial Tobacco, en el contexto de una reestructuración en toda Europa por la caída de ventas del 60 por ciento, lo que en España se tradujo en la clausura de Alicante y en el recorte de 830 empleos en el conjunto de factorías.

En Alicante había una plantilla de 338 empleados dedicados al tabaco negro, y el último cigarrillo se fabricó el 18 de diciembre de 2009, aunque la multinacional dejó a 39 operarios hasta ayer, 30 de junio, para efectuar las labores de desmontaje del interior de las naves.

Pese a que no se ha terminado completamente el desmontaje, Altadis dio ayer por extinguidos los contratos de los 39 trabajadores, mecánicos en su mayor parte, y continuará las tareas con una subcontrata, algo que supone un "incumplimiento del expediente", en opinión del ex empleado y responsable de la Federación Agroalimentaria de CCOO, Manuel Ledesma.

El sindicalista ha recordado que el citado expediente de extinción estipulaba que se mantendrían trabajadores propios para el desmontaje hasta el 30 de junio o hasta la fecha en que terminaran las labores, algo que no ha ocurrido.

Situada en el polígono de Las Atalayas, la nave carece actividad alguna pero sigue con los logotipos exteriores de la multinacional debido a que Altadis es la propietaria.

El sindicalista ha recordado que, en 2002, Altadis salió beneficiada por las condiciones especiales recibidas para la construcción de la planta y por la permuta de terrenos en una zona con alto valor en el término de Alicante, todo ello bajo el argumento de que se garantizaba el empleo industrial.

Por ello, Ledesma pide a la alcaldesa de la ciudad, Sonia Castedo, que evite en el futuro una posible "especulación inmobiliaria" de los terrenos por parte de la multinacional.

Los trabajadores tienen sensación de que en estos últimos meses "se ha hecho poco" por parte de las autoridades locales y autonómicas para encontrar un proyecto industrial alternativo a Altadis, pese a que el recinto ocupa un emplazamiento "inmejorable".

En esta línea, el último presidente del comité de empresa, Ángel de Francisco Ocaña, ha explicado que el expediente de regulación de empleo (ERE) incluía una cláusula para la recolocación preferente de los despedidos de la tabaquera, aunque esto no se ha traducido en "ningún proyecto concreto".

Incluso, ha señalado que desde hace muchos meses nadie en el ayuntamiento se ha puesto en contacto con los trabajadores para tratar la situación.

La fábrica de Las Atalayas fue inaugurada hace sólo siete años y medio por parte del entonces president, José Luis Olivas, y entonces fue calificada como la más moderna del grupo Altadis, con una inversión de 40 millones de euros para la fabricación anual de 15.000 millones de cigarrillos Ducados, Gauloises, Habanos, Sombra, Boncalo, Partagás y Davidoff.

De los 338 trabajadores, sólo entre 30 y 35 trabajadores fueron finalmente recolocados en las plantas de Logroño (negro) o Santander (puros), y el resto se vio abocado a la calle o, mayoritariamente, a la prejubilación.

Entre éstas últimas se encuentran las 170 "cigarreras" que han mantenido vivo este oficio en la ciudad desde hace diez generaciones, la mayoría de ellas por encima de los 50 años.

Además de ser motor de la actividad económica desde comienzos del XIX empleando a miles de cigarreras de toda la comarca, la fábrica de tabacos permanece en el imaginario alicantino a raíz de un espectacular incendio ocurrido el 20 de mayo de 1844 en el que no falleció ninguna de las 3.000 cigarreras que estaban ese día en el interior.

Según la tradición popular y católica, a ese milagro ayudó la Santa Faz, reliquia conservada en el monasterio del mismo nombre y lugar de peregrinación el segundo jueves después de cada Viernes Santo.