El concepto de diplomacia suele aparecer ligado a la política, ¿qué los distingue?

Ambos ofrecen un servicio al bien común. Pero el político es como una acequia. Si gana su partido, se queda, y si pierde, se va. Dedica un tiempo delimitado a la causa en función de lo que determinen las urnas. El diplomático, por el contrario, trabaja toda su vida por servir al bien común. Es un político vitalicio.

Precisamente, la Medalla de la Escuela Diplomática, que le entregó el ministro Moratinos, reconoce su trayectoria vital en la diplomacia. ¿Cómo empezó?

Yo nací el 11 de noviembre de 1924, y ese mismo día, pero de 1948, el Papa Pío XII pronunció un gran discurso sobre la unión europea como confederación internacional. Pensé que ése era mi camino y me dediqué a seguirlo con mi alma. Diez años después, me planté en el Instituto de Altos Estudios Europeo de Bolzano para hablar con un montón de locos sobre Europa...

Ahora, además de impartir clase, organiza el Encuentro de Jóvenes Diplomáticos en Alicante. ¿Cómo contribuye esta reunión al aprendizaje en la escuela?

Aquí se juntan diplomáticos de todos los continentes. Basamos el encuentro en la amistad, para que la diplomacia sea sana y perdure. Además, hemos consagrado el pensamiento básico de los tres visionarios de la Comunidad Europea: Monet, Adenauer y Schuman.

En el último encuentro, celebrado el pasado mes, se habló de la Declaración Schuman, con motivo de su 60 anivsersario. ¿Cree que se ha conseguido el objetivo de unir a Europa?

Cuando se presentó esta declaración, sus tres artífices pidieron tiempo. Hay que tener presente que los seis primeros países se unieron hace 60 años, pero Rumanía y Bulgaría llevan sólo tres dentro de la UE. Hace falta mucho para cambiar la mentalidad, porque todavía existen egos nacionales. Se debe buscar el interés propio en el común.

¿Piensa que no se ha consolidado la cultura europea?

No, y ése es el principal problema de la UE. Se vive del euro pero sin la cultura del euro. Se debería pedir más Comunidad Europea, y no más Europa. Schuman insistía en llevar esta filosofía a la prensa y la escuela, porque existe mucha confusión. Hay que desintoxicar las explicaciones sobre la Unión Europea.

¿Urge aprobar la Constitución?

Habrá que hacerla, porque los tratados no son suficientes. El problema es cómo sacarla adelante considerando 27 mentalidades distintas. Aunque, como dijo Monet, no se trata de coligar estados, sino de unir hombres. El Estado está superado. Por eso, los nacionalismos son un cáncer para Europa. Hay que considerar a las naciones como provincias de esta nueva entidad.

La diplomacia tiene trabajo que hacer en este sentido...

La soberanía como integración se importó de Estados Unidos para resolver un problema europeo. La diplomacia ha de preparar a las mentes para este cambio.