Pedro Valera lleva 14 años dando clases por las mañanas, los mismos que lleva en la Federación de Hogueras. El día 17 acabó el curso y desde entonces apenas se ha quitado el traje de zaragüell. "La Fiesta tiene tres partes, el proyecto, el proceso y el disfrute, y cuando llegan estos días disfruto muchísimo sólo de ver a la gente divertirse".

En julio comienza la temporada baja de Hogueras y la alta del turismo. Es entonces cuando Eva Bolaños cambia su falda del siglo XVIII por las maratonianas jornadas de trabajo en el restaurante familiar. Por ello, sus padres le dan estos días "manga ancha". "Cuando llega junio siento el gusanillo pero cuando más me relajo es el día 25 al ver que todo ha salido bien".

"Estoy aquí para ayudar a la gente de la Fiesta porque tengo tiempo para ello, mi familia lo entiende y me dejan trabajar a gusto. Tengo una nieta de 14 meses y ya le gustan las mascletàs", apunta José Luis Torres, de profesión representante. Después de 33 años en las Hogueras, asegura que "crear una piña con los compañeros" es fundamental para obtener buenos resultados. En los desfiles de junio es habitual ver a David Olivares con el pinganillo recorriendo el itinerario. Se encarga de la organización y quiere que todo salga bien, "pero no sufro porque sería como autoflagelarme", explica este comisionado de Foguerer que conoció a su mujer en la vecina hoguera Pla Hospital.

Carmen Campoy acompaña durante toda las Hogueras a la Bellea del Foc y a sus damas. Madre de dos niños pequeños y trabajadora, confiesa que para ella las Hogueras son unas vacaciones, y María José Sáez, que se encarga de llevar a la Bellea Infantil, está entusiasmada con la espontaneidad de las niñas. "Nos divertimos mucho con ellas".