Un mínimo de veinte millones de euros de fraude en dos años, miles de tarjetas clonadas -la mayoría en cajeros automáticos de la Comunidad Valenciana-, 178 detenidos en 14 países -76 en España, y 51 de ellas en Valencia y tres en Alicante-, once laboratorios de copiado -seis en España y tres de ellos en Valencia-, 5.000 tarjetas ya falsificadas y 120.000 numeraciones reales. Son las abrumadoras cifras de la mayor operación policial contra el fraude mediante el copiado de tarjetas de crédito que se ha desarrollado en catorce países y cuya detección se produjo en Valencia hace dos años.

Según informó ayer la Policía, la investigación ha permitido desmantelar la que se considera, hoy por hoy, como la mayor red internacional de clonado de tarjetas. Y, según han demostrado las investigaciones del grupo de Delincuencia Económica de Valencia y de la Unidad central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), la mayor parte de las tarjetas copiadas por esta organización en cajeros automáticos lo ha sido en sucursales bancarias de Valencia y su área metropolitana, lo que da una idea del perjuicio económico ocasionado por la ramificación valenciana de la banda.

Todo comenzó hace un par de años en Valencia, cuando la Policía detectó a varios delincuentes que extraían dinero en cajeros tras haber obtenido la numeración de las tarjetas y el número secreto de los dueños trucando la boca del tarjetero y colocando microcámaras para grabar el momento en que el usuario tecleaba el pin. En cuanto los agentes constataron que se trataba de un grupo perteneciente a una supraorganización internacional, la investigación se abrió a la UDEV central.

El cabecilla del grupo valenciano en aquél momento, un ciudadano rumano -todos los detenidos son de esa nacionalidad, salvo dos españoles detenidos también en Valencia-, fue detenido en mayo de 2008 por esa investigación, pero un juzgado lo dejó en libertad y puso pies en polvorosa: no sólo escapó a Estados Unidos, sino que montó allí un nuevo subgrupo.

Según la Policía, ese hombre, cuya identidad no ha sido facilitada, era uno de los mejores técnicos de toda la organización. Tanto, que ya en EE UU, inventó un sistema por el que podía recuperar los datos que iban captando los cajeros trucados a través de "bluetooth". Así, nadie tenía que regresar físicamente al cajero en busca del sistema de almacenamiento de las numeraciones robadas, sino que el propio sistema las iba enviando a un miembro de la banda que podía estar cómodamente esperando en un coche aparcado en las inmediaciones. Limpio y eficaz.

Mucho más de veinte millones

Responsables policiales explicaron ayer que, gracias a la documentación que se les ha intervenido a lo largo de estos dos largos años de investigación supervisada por el Juzgado de Instrucción Central número 5 de la Audiencia Nacional, se sabe que, como mínimo han defraudado veinte millones de euros con extracciones en cajeros y compras, tanto en establecimientos ajenos a la trama como en negocios con empleados conchabados, pero se cree que esa cifra es mucho mayor y que aún faltan cientos de damnificados por aflorar. De hecho, ya tenían preparadas 120.000 numeraciones reales que habrían servido para clonar otras tantas tarjetas.

La organización, tan jerarquizada que nadie conocía a nadie dos escalones por encima de sí mismo, no sólo obtenía claves y secuencias numéricas de tarjetas en cajeros. Además, contaban con empleados de negocios con acceso al lector de tarjetas -el TPV- que por una módica comisión les facilitaban los datos de sus clientes. Y cuando no, el sistema era obtener a través de internet las claves bancarias de usuarios que no dudaban en facilitar hasta el pin, cegados por los precios irresistibles que prometían en una página de llamadas telefónicas internacionales con coste de locales.

El indudable éxito policial, sin embargo, se ha visto ensombrecido por el hecho de que el cabecilla final de esta trama internacional no ha podido ser detenido. La razón, según fuentes policiales, que no ha podido ser identificado, ya que las medidas internas de seguridad han funcionado: nadie llegó a saber ni dónde reside, ni cuál es su verdadera identidad. "De todos modos, la cabeza, una vez cortados los brazos y las piernas, difícilmente puede volver a funcionar", sentenció ayer el jefe de la UDEV central.