Doce de la mañana, calor y viento. Pese a la confluencia de los factores más favorables para propagar los malos olores, la realidad en las inmediaciones del vertedero de Alicante no va más allá de lo propio en un espacio donde la materia prima de trabajo es la basura. Frente a este momento puntual para quien está de paso, se alza el día a día de los vecinos. Un colectivo que convive diariamente con las rachas de viento y con los momentos de descarga cuando las emisiones son más elevadas. Momentos que han terminado, aseguran, por "trastocar" sus vidas. Ajenos a la polémica suscitada por la procedencia de las emisiones que afectan a los residentes en la zona de El Rebolledo, los trabajadores de la planta de Fontcalent se esforzaban ayer en explicar que, al margen de los picos de "fuerte aire", la intensidad en las emisiones "no ha aumentado".

Conscientes del malestar que la ubicación de esta planta puede presentar en las rutinas de las viviendas más cercanas, los empleados de Inusa, encargada del tratamiento de los residuos, remarcaban que "los olores entran dentro de los márgenes normales". Una versión respaldada por la mercantil que insistió en que "los blindajes para frenar las emisiones son cada vez mayores" aunque, sin negar la evidencia, "la basura huele y reducir a cero la situación es imposible".

La realidad no es muy diferente en el espacio destinado al tratamiento de basura localizado en Elche. Las horas se acercan al mediodía, hace más calor y el viento de Levante sopla con mayor intensidad, pero el olor tampoco va más allá de lo soportable. La diferencia en esta zona está en las naves en las que se deposita la basura. Una situación que, frente a Alicante, deja menos expuestos los residuos, pero que, según los vecinos de las áreas cercanas, "cuando el viento sopla los olores se dejan notar".

A las puertas de la planta, personal de la concesionaria Urbaser explica que con el paso de los años los olores en estas instalaciones "se han limitado de manera considerable". El cierre de las naves donde se almacenaban los residuos -antes se depositaban al aire libre, "de ahí la menor presencia de aves"-, los procesos de entierro de la basura y el envío fuera del recinto de materias perecederas destinadas al compostaje han sido "clave" para minimizar el impacto en una superficie que trata más de 10.000 toneladas de basura al mes.

"Un día a día insostenible"

La otra cara de la moneda la representan quienes conviven con el problema. Vecinos de El Rebolledo insistían ayer en que la situación es "insostenible". "Nosotros vivimos con este hedor y necesitamos que acabe de una vez", subrayaba Ramón residente en la zona. Junto al suyo, el testimonio de otros vecinos camina en la misma dirección y por ello, precisan, salieron a la calle a manifestarse el pasado mes de marzo. "Yo no entiendo de tratamientos ni de minimizaciones de impacto, pero nosotros estamos padeciendo las molestias, y es que cosas tan básicas como dormir por las noches se hacen imposibles".

Sin querer seguir avivando la polémica suscitada tras las declaraciones del concejal de Atención Ciudadana, Andrés Llorens, quien subrayó que la situación padecida en Alicante partía de la planta de Elche y las posteriores críticas a sus palabras emitidas por el presidente de la Diputación, José Joaquín Ripoll, -la superficie ilicitana depende de la institución que él gestiona-, fuentes de la mercantil en Elche aseguraban que en su recinto "los olores tienen que ser menores". Una situación que justifican en el hecho de que "Urbaser no se dedica al tratamiento de materia orgánica destinada al compostaje. Aquí separamos los distintos residuos y, los destinados a la producción de abonos o similares se envían a otras plantas", precisaban.

Por su parte, desde Inusa, donde sí se efectúa compostaje, subrayaban que las instalaciones cuentan con protocolos que van desde "descargas en zonas específicas cubiertas, hasta espacios de entierro de residuos".