­Las nuevas tecnologías se han convertido en un aliado para los más pillos. Existen mil y un objetos muy sofisticados, dignos del mismísimo agente 007, que pueden servir para ayudar a pasar un examen con éxito. El método más sencillo, un «pinganillo», que puede costar desde 100 hasta 730 euros, y un walkie-talkie, desde 100 euros. Si se conocen las preguntas del examen, desde un lugar no muy lejano, un compañero puede ofrecer las respuestas al oído. Pero si queremos llegar más lejos, hoy día puede transmitirse audio e incluso video con un simple bolígrafo que puede llegar a costar hasta 300 euros. Podemos conseguir todos estos elementos en tiendas online, donde algunas de ellas cuentan con apartados y paquetes completos para exámenes. Uno de estos «kits» puede llegar a costar más de 1.200 euros. Una trampa profesional con cámara oculta en un botón, tarjeta de video, audífono VIP y emisor y receptor de frecuencia. Después basta con susurrar las preguntas durante el examen para que el cómplice las oiga también o ni eso, apuntar con el falso botón al papel y el examen está resuelto. La gran inversión que suponen estos elementos hace que algunos usuarios ofrezcan, incluso en redes sociales como Facebook, los equipos en alquiler para recuperar parte del dinero.

Algunas universidades españolas, como la Complutense en Madrid, ya han sufrido problemas con este tipo de sistemas, que no son nuevos, y han tomado medidas instalando inhibidores de frecuencia que evitan las comunicaciones en su área de alcance. Fuentes de la Universidad de Alicante aseguran no tener constancia de haber sufrido problemas similares con anterioridad.

Hacerse el loco

Algunos comerciantes del sector niegan vender productos con ese fin y aseguran que ellos facilitan elementos para el «control de seguridad y para profesionales», detectives, o particulares que deseen mejorar la seguridad de sus hogares. Diferentes proveedores, consultados por este periódico, explican que este año las ventas no se han incrementado en fechas de exámenes y que el uso más común es «para descubrir infidelidades». Sin embargo, en las tiendas online se especifica el uso de los utensilios y se nombra literalmente el término «chuleta electrónica» para referirse al conocido «pinganillo». Incluso las hay que tienen un apartado exclusivo para exámenes. Todo un filón para los estudiantes poco aplicados.