Aparece con una troley, su caja de Pandora. Mayo -María Dolores de Juan- lleva de todo en su maleta de ruedas para dar las clases y, como está embarazada, le resulta más cómodo porque no piensa renunciar a su hábito de proyectar la realidad ante sus alumnos de Marketing y Distribución Comercial. Junto a otros cinco compañeros del Campus, se ha hecho acreedora del primer premio a la Excelencia Docente que ha financiado la Generalitat, con 3.000 euros para cada uno, a través del Consejo Social de la Universidad de Alicante.

Desde pequeñita, Mayo ya jugaba a poner a las muñecas frente a una pizarra y dice que también le marcó haber compartido las aulas con niños discapacitados, "además de que he tenido profesores muy buenos". Como el resto de los premiados, supera la nota media de las encuestas anuales que rellenan los alumnos.

Saber escucharles, hacerles copartícipes de la clase, llamar su atención con temas de actualidad y estar, no sólo al día, sino al minuto, sobre los temas que acontecen para trasladarlos -y con mucha claridad- a sus respectivas disciplinas, constituyen los "trucos" en los que coinciden todos estos profesores a la hora de impartir sus respectivas clases. Lo hacen incluso Beatriz Aracil y Walenka Arévalo, pese a que las materias de las que se ocupan no parece que se presten a ello, al menos a priori: Literatura Colonial y Derecho Romano respectivamente.

Llamar la atención y motivar

Beatriz acerca la literatura y teatro hispanoamericanos a sus alumnos "vinculándolas con el contexto de la vida en general. No parece posible al tratarse del siglo XVI, pero es que no se puede entender el presente sin conocer el pasado, y viceversa". Comenta que los filólogos en que se convertirán sus alumnos "tienen que enfrentarse a la literatura de todo un continente que ni siquiera han pisado, y trato de mostrárselo".

A Walenka le pasa algo similar en sus clases de Derecho Romano: "Lo comparo con el derecho actual porque muchas veces la solución es la misma. Les hago ver cómo evolucionan con el tiempo las instituciones y su correspondencia con el poder político".

También lleva a clase sentencias "para llamarles la atención". El caso es engancharles a sus clases, como lo están los propios docentes, algo a lo que Augusto Beléndez se ve más que obligado porque imparte Física en la carrera de Ingeniería, y en primer curso: "os alumnos llegan sin capacidad de sacrificio ni competitividad y casi tengo que inventar un número por día para motivarles. Lo hago a base de anécdotas y con el blog, para que comprendan que la física es importante en la ingeniería".

Ha creado una web de innovación educativa y proyectos para materias docentes, extremos que se pedían en las bases de estos premios a la excelencia que, por primera vez, no se han centrado en la investigación como hasta ahora. El propio Vicente Herrandis lleva un grupo de Expectrometría Atómica Analítica de línea puramente investigadora, pero corrobora que "si hay algo vital en una universidad es la docencia, nunca me ha parecido bien si alguien pasa de eso".

Para captar la atención de sus alumnos procura "teatralizar" y practica una regla de oro: "Cuando no conozco una respuesta no me salgo por la tangente, la aplazo para el día siguiente y la consulto. Hay que tener respeto por los alumnos". También reconoce que es exigente en clase, pero no pone en un examen nada que no haya explicado previamente.

Vicente comparte con sus compañeros la satisfacción del premio recibido "porque me importa la docencia". Como a Antonio Giner, que emplea las nuevas tecnologías "para completar el conocimiento. Ojalá las hubiera tenido cuando estudiaba la Enciclopedia Álvarez". En sus clases de Didáctica de la Educación trata de desarrollar "el arte del encuentro con el otro, imprescindible para que llegue el mensaje", algo en lo que están comprometidos todos ellos.