La población de uno de cada cuatro municipios de la provincia presenta un elevado índice de envejecimiento. Según los datos desglosados del Padrón Municipal de Habitantes a 1 de enero de 2009, del Instituto Nacional de Estadística (INE), los niños y adolescentes de hasta 14 años suponen menos del 10 por ciento del vecindario en 37 ayuntamientos alicantinos. Esta circunstancia puede suponer a medio plazo un estancamiento o descenso demográfico, al no haber jóvenes que reemplacen a los habitantes más mayores.

La mayoría de estas localidades son de pequeño tamaño y se encuentran en las zonas más montañosas del interior de la provincia. No obstante, también hay algunos casos de municipios donde se ha establecido una importante colonia de jubilados, en gran parte extranjeros, por motivos más vinculados al retiro. El más significativo de éstos es San Fulgencio, donde sólo 1.025 de sus 12.030 vecinos tienen menos de 15 años. A menor escala, entra en este grupo Daya Vieja, que muestra uno de los índices de jóvenes más bajos de la provincia. Hondón de los Frailes tiene esta misma característica y, en el otro extremo del territorio, también Els Poblets, Orba y Llíber.

Con todo, lo más preocupante está en la zona limítrofe entre El Comtat y las Marinas Alta y Baixa. En Quatretondeta sólo hay empadronadas dos personas de hasta 14 años, y una situación similar, aunque menos extrema, se da en todos los pueblos próximos. Buena parte de ellos tienen hoy mucha menos población que hace apenas 20 años; la misma localidad de Quatretondeta tenía 200 habitantes en 1991 y el último padrón sólo reúne 129.

El origen de este declive demográfico se remonta a mediados del siglo XX, cuando gran parte de la población de estos municipios emigró a las zonas industriales o turísticas. Hoy en día, pese al enorme salto cualitativo que ha experimentado la calidad de vida en los pueblos pequeños, el vacío generacional dejado por la emigración de otras décadas pasa una factura muy elevada.

Además, siguen existiendo problemas como unos accesos complicados, unas infraestructuras más limitadas y pocas expectativas laborales. En este sentido, la alcaldesa de Quatretondeta, Magdalena Chiquillo, comenta que "la gente de los pueblos está desabrigada por las instituciones", y pone como ejemplo la falta de ayudas para la agricultura, prácticamente el único modo de vida del municipio. Las bajas temperaturas de este invierno han hecho que "se hiele gran parte de la aceituna", y el daño producido a los árboles provocará que "no haya cosecha en cuatro años". Sin embargo, critica que "nadie nos hace caso" y no se ofrece una solución.

Ante esto, la alcaldesa lanza al aire la pregunta de "¿Cómo ha de vivir gente joven aquí?". La falta de servicios como escuela y tiendas es un problema añadido. Chiquillo lamenta que "si entre todos no se hace algo para cambiar la situación, seguiremos bajando".