A las ocho de la mañana del pasado sábado varios obreros de la constructora que ejecuta el PERI de Rabasa comenzaron a "vallar y apuntalar" la zona, según señalaron los vecinos, quienes aseguran que desde que se iniciaron los trabajos no ha habido un sábado sin movimiento en las obras. A mediodía, ya no quedaba rastro de los trabajadores y la indignación se hacía eco entre los que se enteraban de la noticia. "Seguimos padeciendo el desastre de estas obras", protestaba una vecina que ya se vio afectada por la rotura de una tubería de gas el pasado diciembre.

"No entendemos que una institución como es el IVVSA, que cuenta con un presupuesto para esta acción, haya llegado a esto", prosigue José Luis Valdés, secretario general de la formación política. Y exige explicaciones, tanto por parte del conseller de Vivienda, Juan Cotino, como del gerente del Instituto Valenciano de la Vivienda (Ivvsa), responsable de la gestión de esa parte del barrio.

Asfalto levantado, aceras mal acabadas, rampas improvisadas, bocas de alcantarillado abiertas y vallas por doquier transforman algunas zonas de Rabasa en un barrio alejado del concepto urbanizado. Mientras algunos vecinos de esta zona ya disfrutan del lavado de cara, para otros las mismas obras se están convirtiendo en un suplicio. "Anoche -por la noche del viernes- esto parecía la boca de un lobo", se queja Ana María del Castillo, inquilina, desde hace cincuenta años, del número 22 de la calle Ventura.