El director gerente del Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Fontcalent manifestó ayer a este diario que el interno cuyos padres han denunciado que sufre palizas en el centro es un paciente que ya ha protagonizado varios incidentes en el departamento de Agudos. El más grave, indicó el director, ocurrió el pasado 23 de septiembre cuando rompió una ventana e intentó agredir al personal con los cristales, por lo que tuvo que ser reducido empleando la fuerza al mostrarse muy agresivo con los funcionarios. Después de este altercado volvió a provocar otro incidente y se le aplicó inmovilización terapéutica y aislamiento.

Los padres del interno, que residen en Las Palmas de Gran Canaria, han denunciado las agresiones en el juzgado y en el Defensor del Pueblo después de que su hijo les llamara por teléfono y les dijera que "en el psiquiátrico le iban a matar". Tras pasar la familia por el centro y presentar una queja el Psiquiátrico comunicó lo sucedido al juzgado de Vigilancia Penitenciaria.

Los sindicatos del Hospital Psiquiátrico de Fontcalent denunciaron por su parte que la falta de asistencia psiquiátrica a los internos es la que está provocando coninuos brotes de agresividad en internos que no son vistos periódicamente por especialistas. Un portavoz de los sindicatos recordó que cuando estuvo el pasado año el responsable de Sanidad de Instituciones Penitenciarias "ya le dijimos que no estábamos dispuestos a solucionar la falta de asistencia médica con soluciones traumáticas".

Los sindicatos, que desde marzo no tienen contacto alguno con el director y han pedido sin éxito su cese en reiteradas ocasiones, solicitaron hace un mes una reunión con la secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, y aún no han recibido respuesta.

Según los sindicatos, Gallizo se comprometió durante su visita a Alicante a apostar por un modelo hospitalario y no carcelario y no se está cumpliendo.

En el departamento de Agudos, donde se registraron los incidentes con el denunciante, no existe ninguna celda acolchada, lo que, según los sindicatos, evitaría destrozos por parte de los pacientes más agresivos.