Antonio Prieto, de 47 años, ha estado al cuidado desde hace año y medio de su hermano, esquizofrénico con una discapacidad del 65%; de su madre, enferma de cáncer de hígado que sufrió una trombosis cerebral, y de su padre, el único valorado como gran dependiente con un grado reconocido del 92%, y fallecido hace unas semanas.

Prieto apareció en estas páginas el pasado mes de abril, ante la situación desesperada que vivía con sus familiares, ya que entonces todavía no había tenido respuesta de Bienestar Social. Su caso se consideró "prioritario" por parte de los servicios sociales municipales, que reclamaron a la Generalitat el ingreso urgente de los padres en una residencia.

Sin embargo, tras la denuncia, los trámites del padre quedaron en el olvido tras su fallecimiento, el pasado 27 de julio, mientras que su madre no fue valorada como gran dependiente y ahora, tras el empeoramiento de su estado, ha vuelto a reclamar una nueva valoración.

La situación se le ha complicado ahora a Antonio Prieto ya que, tras el fallecimiento del padre, la familia ha dejado de cobrar su pensión, lo que ha agravado su situación económica mientras se tramita la pensión de viudedad.

"Yo me veo atado de pies y manos porque esto va de mal en peor y ya no sé qué hacer. No puedo trabajar porque no puedo dejar a mi madre sola con mi hermano y este mes he tenido que pedir dinero a un familiar y a amigos para pagar las facturas porque no nos llega el dinero", explica Antonio, quien agradece el Servicio de Ayuda a Domicilio extraordinario que recibe del Ayuntamiento -dos horas al día de lunes a viernes y una hora los fines de semana-. "Hace poco me dio una crisis de agotamiento y he perdido otros diez kilos. Me lo tomo con paciencia pero si tuviera alguna ayuda podría salir a trabajar".