Las dos multinacionales farmacéuticas que fabrican las dos marcas de vacunas contra el virus del papiloma humano patrocinaron el foro que hace dos días reunió en Francia a expertos internacionales que afirmaron que los problemas de salud que sufren las dos niñas de Valencia no están relacionados con la vacuna. Los ponentes sugirieron que las menores han sufrido un síndrome de conversión (histeria) y que el origen de las convulsiones no era "cerebral-cortical". Los padres han calificado las opiniones de "sandeces".

Nadie le quiere poner el cascabel al gato de lo que ha pasado o pasa con la reacción adversa que han sufrido dos adolescentes valencianas tras inocularles la vacuna contra el virus del papiloma humano. Ochenta días después de que le administraran el producto, Raquel de 14 años, vecina de Alboraia, sigue ingresada en el hospital Clínico, sin diagnóstico ni tratamiento. Así lo asegura su padre, Juan Domínguez, que ha definido de "sandeces" las aseveraciones que hace un par de días dijeron en Annency (Francia) expertos internacionales que descartaron que la vacuna tuviera algo que ver con los problemas que han sufrido las niñas.

"Si no han visto a la niña ni han consultado su historial, ¿cómo se atreven a dar un diagnóstico cuando los propios médicos del hospital no lo tienen claro?", expresó el padre.

Un pronunciamiento que se produjo en una sesión científica organizada por la Fundación Mérieux, entre cuyos patrocinadores figuran las dos multinacionales farmacéuticas que fabrican las susodichas vacunas: GlaxoSmithKline (GSK) que tiene la patente de Cervárix y Sanofi-Adventis que comercializa Gardasil, que fue la que se administró a las niñas de Valencia y cuyo lote fue inmovilizado por el Ministerio de Sanidad que suspendió una semana la campaña de vacunación tras saltar la alerta.

Hospital John Hopkins

Tras una larga travesía de idas y venidas de la UCI a la planta de hospitalización y viceversa, y la impotencia y desesperación de desconocer qué factores desencadenan las crisis, los padres de Raquel entraron en contacto con especialistas del hospital John Hopkins, en Baltimore (Estados Unidos) y les remitieron un dossier completísimo, facilitado por el propio hospital, para que evaluaran la situación clínica de la menor.

Las conclusiones están listas desde el pasado viernes, pero los padres no pueden acceder a ellas porque los médicos americanos han puesto como condición que las darán a conocer en una videoconferencia en la que también deben estar presentes los homólogos valencianos que han tratado a las niñas.

Desde entonces, y según ha relatado Juan Domínguez, está a la espera de ser recibido por la dirección del hospital Clínico para asignar hora y fecha al encuentro telemático.

Tras declarar a este periódico que "no veía la disponibilidad de la dirección" y que desde el viernes le estaban dando largas porque estaban muy ocupados con reuniones, y trasladados estos extremos a la Conselleria de Sanidad, la directora del centro hospitalario allanó los obstáculos y se puso en contacto con el padre para buscar una fecha para la videoconferencia, que puede celebrarse la semana próxima.

Por otra parte, el equipo médico ha suspendido el tratamiento farmacológico de Raquel, que continúa teniendo crisis diarias de hora y hora y media de duración, con mareos y desorientación, que le sobrevienen cada ver que intenta erguirse o sentarse en la cama.

Una segunda opinión causó la fricción con Sanidad

El padre Raquel -que junto con la familia de la otra niña afectada que se encuentra de alta desde hace un mes- ha pedido la destitución del conseller de Sanidad, Manuel Cervera por considerar que ha incumplido su palabra con ellos. Manifiesta que en la documentación que se les ha entregado no figura la segunda opinión del experto del hospital San Joan de Déu de Barcelona que visitó a las dos menores.

Precisamente, la existencia de esta segunda opinión es lo que ha ocasionado la fricción entre los padres y la Conselleria, al interpretar las familias que los trámites para tener la valoración de los médicos norteamericanos los abonaría Sanidad, aspecto que nunca quedó claro.