Los 97 habitantes de la pequeña localidad de Benillup, ubicada en la comarca de El Comtat, vivieron la tarde y la noche del jueves en medio del temor y de la preocupación. La tromba de agua dejó sobre el pueblo 181 litros por metro cuadrado e hizo que todas las miradas se fijaran en el Barranco de Caraita, un enorme precipicio que poco a poco se va acercando al casco urbano.

La aparición de pequeños desprendimientos de tierra en diferentes puntos del barranco, a causa de la intensidad de las precipitaciones, provocó que todas las alarmas se disparasen e, incluso, hubo personas que cogieron las azadas y practicaron pequeñas canalizaciones de desagüa para aliviar el caudal de agua en las zonas con mayor riesgo. Finalmente, el temporal pasó sin que se produjeran daños importantes, aunque la sensación de desprotección seguía flotando en el ambiente.

Hacía sólo dos semanas que vecinos de Benillup habían denunciado públicamente su preocupación por la situación del pueblo. Recordaron que el enorme talud todavía no se había reforzado y expresaron su preocupación ante la más que posible llegada de un episodio de lluvias intensas, habitual en la zona durante estas épocas del año. Recordaron la grave situación vivida en el año 2004, cuando el gran barranco se acercó peligrosamente a varias casas y denunciaron que, a pesar de las reiteradas promesas, ninguno de los proyectos de consolidación.

Hay que recordar que desde el año 2004, el Ayuntamiento de Benillup y la Conselleria de Infraestructuras negocian la puesta en marcha de algún tipo de actuación para asegurar la solidez geológica de este gran barranco. Fuentes del Consell han señalado en repetidas ocasiones que el terreno es fuerte y que no existe ningún peligro inminente. Sin embargo, en el pueblo sigue reinando la intranquilidad, cada vez que se produce una lluvia fuerte. Grupos de vecinos han planteado la necesidad de construir una canalización, con el fin de desviar las aguas y evitar la fuerte erosión de las laderas.

Fuentes municipales señalaron ayer que a principios del año próximo la Generalitat Valenciana podría poner en marcha un solución para este pueblo. Mientras tanto, sus habitantes continúan mirando al barranco cada vez que se anuncia una emergencia por lluvias. El temor a perder sus casas puede más que todos los anuncios oficiales.