E l departamento - medio millón en el mundo - que busca una alternativa biodegradable y respetuosa con el medio ambiente para sustituir materiales que actualmente tardan hasta 100 años en desaparecer como residuos una vez desechados. Son expertos en polímeros o plásticos biodegradables y esta línea de investigación reúne estos días en el edificio Germán Bernácer del campus alicantino a cerca de 200 científicos y empresarios interesados en el mismo fin: reducir los costes medioambientales de determinados materiales.

«El principal problema del que partimos es que hay sustancias que difícilmente se degradan, como sucede con los tetrabrik o las tarrinas de yogur, porque tienen varias capas y resulta muy costoso económicamente separarlas para el reciclado». Así que el grupo del que forma parte el profesor Alfonso Jiménez, a su vez presidente del comité organizador del Congreso, se ha propuesto - en contacto con los demás investigadores que trabajan en esta misma línea - encontrar sustitutos plásticos para el envasado de alimentos que sean biodegradables, como explica este experto.

El objetivo no es ninguna utopía porque de hecho ya se ha experimentado con éxito en dos tipos de materiales a nivel de laboratorio: el almidón y el ácido poliláctico o PLA. Ambos son plásticos biodegradables y los investigadores se han centrado en probarlos para el envasado de alimentos porque hay cadenas comerciales que ya emplean estos métodos con el 100% de sus productos. «Se trata por ejemplo de que la bandeja que envuelve la fruta sea de almidón, con lo que mantiene las propiedades de resistencia y ausencia de humedad pero con la diferencia de que desde el momento en que la desechamos puede desaparecer en apenas 6 meses devorada por los microorganismos». Jiménez explica que este avance resulta incalculable para la protección del medio ambiente y confía en el interés y financiación empresarial.