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Límites que vuelven a ser simbólicos

Los vecinos de Alfafara celebran el poder pasar a la provincia de Valencia para comprar o ver a la familia sin temor a ser parados y obligados a darse la vuelta

El alcalde de Alfafara, Toni Cloquell (segundo por la derecha), conversa con unos vecinos de la localidad el pasado jueves. A. T.

La posibilidad de desplazarse entre provincias ha sido especialmente deseada durante la desescalada por quienes viven junto a un límite administrativo y tienen una gran vinculación con una localidad situada al otro lado de la raya en el mapa, o cuya familia incluso está repartida. Los vecinos de municipios de Alicante y Valencia colindantes con la otra demarcación han podido al fin en la última semana reencontrarse con allegados y amigos sin temor a ser parados a medio camino por la Guardia Civil y obligados a volver a casa o ser sancionados. Un alivio extendido desde ayer a quienes viven junto a Murcia y Albacete.

Alfafara ha sido todo este tiempo un ejemplo de cómo vivir junto a un límite provincial se convertía en una molestia. Decenas de personas cruzan a diario en circunstancias normales la linde, que durante la desescalada ha perdido su carácter simbólico para convertirse en una frontera infranqueable sin una causa justificada. Los 400 habitantes de esta localidad celebran poder acudir de nuevo a la vecina Bocairent a hacer compras diarias, o a la cercana Ontinyent a comercios más especializados. Y también, poder ir a otros municipios de la provincia de Alicante pudiendo atravesar la de Valencia, evitando rodeos.

La queja es generalizada entre los vecinos, que lamentan que en las fases 1 y 2 de la desescalada no se incluyeran excepciones que permitieran desplazamientos a un departamento sanitario o una provincia diferente en casos como el de Alfafara, que forma un pequeño apéndice de la demarcación de Alicante rodeado por la de Valencia. «El confinamiento ha sido una norma por el bien de la gente y la hemos cumplido, pero después el tema de la provincia nos ha perjudicado mucho», expresa rotunda Lola, una mujer de edad avanzada que charla con su vecina Pilar, quien la interpela para exponer su caso: «Tengo una hija en Muro y otra en Ontinyent; a la última hace tres meses que no la veo, estando las dos a la misma distancia». Y añade: «Soy natural de Banyeres y tampoco he ido a ver a mi familia por la vuelta que tenía que dar». Esa población está a 14 kilómetros si el recorrido se hace por Bocairent; si se evita entrar en Valencia hay que hacer 45.

El relato de Pilar es similar al de otros vecinos. Pese a que la carretera que lleva a Alfafara desde Bocairent es secundaria, la presencia de la Guardia Civil en el cruce de acceso era constante, por lo que pocos se aventuraban a recorrer los apenas 5 kilómetros que hay entre las dos localidades. «Ha sido el comentario en el pueblo estas semanas», afirma Juan. «Deberían haber aplicado un criterio de distancia y no de provincia; no tenía sentido que pudiéramos ir a Elche o Santa Pola y no a Ontinyent». Su esposa, María Consuelo, apunta cómo les ha afectado la situación, señalando la montaña que delimita el municipio por el norte: «Nuestra hija vive en Agullent, ahí detrás, y no ha podido venir hasta esta semana». Tampoco lo han podido hacer los residentes estacionales, como María y Marián, que son del pueblo pero viven en València: «No nos la hemos jugado, sabíamos que había controles. En broma comentábamos -agregan, riendo- que dejaríamos el coche en Bocairent y desde allí vendríamos andando».

La picaresca de ir de un pueblo a otro por caminos o por el trazado del antiguo tren «Xitxarra» ha sido puesta en práctica de manera recurrente, también por los más jóvenes de Alfafara, que estudian en el instituto de Bocairent. Otra vecina también llamada Pilar, con una hija adolescente, cuenta que ésta y sus amigas «salían en bicicleta y quedaban a medio camino; para ellas ha sido peor». Ella ha seguido cruzando el límite cada día para ir a trabajar a Ontinyent, aunque sólo la pararon en un control un día en que se dirigía a Banyeres: «Dije que iba a la óptica, que era verdad -remarca-, y me dejaron seguir. Tuve suerte».

Hartazgo burocrático

La vecindad de Alfafara con Bocairent siempre ha sido vista por los vecinos como una peculiaridad, como ha contado este periódico en alguna ocasión, pero estas semanas la diferenciación de provincia ha llegado a verse como un incordio. Lo ponen de manifiesto los rótulos instalados en el límite, donde las indicaciones de entrada a Alicante y Valencia han sido borradas y reemplazadas a mano por otras que dicen que sólo se cambia de término municipal.

El alcalde de Alfafara, Toni Cloquell, corrobora que la situación «ha sido algo complicada porque hay muchas familias entre los dos pueblos» y que «para cualquier cosa vas a Bocairent, estás a cinco minutos. No tenía sentido tener que ir a comprar a Muro». No obstante, incide en que, más allá de incomodidades puntuales como ésta, se debería favorecer más el trabajo coordinado entre localidades vecinas de distintas provincias, en aspectos como la seguridad y la salud. «La burocracia no nos deja hacerlo como quisiéramos», por un límite que en el día a día no existe en la práctica.

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